La verdadera salud
mental requiere intensa determinación y esfuerzo para lograrla.
Como una bella flor,
brillante y fragante, son las palabras finas y veraces del hombre que dice lo que
piensa.
El Buda
El siguiente modelo
referente a las cualidades del bienestar psicológico excepcional, se deriva de
la tradición Theravadin, la escuela más antigua del budismo.
Describe diez características, cualidades o atributos, que según dicen,
caracterizan a la gente sana. Se dice que la persona iluminada posee estos
rasgos llevados a la más alta perfección y de ahí que los
llamen “Las diez perfecciones”.
Todos poseemos estas
cualidades en grado diferente y somos capaces de cultivarlas practicando un
estilo de vida basado en la ética, la meditación y el desarrollo de la
sabiduría. Estas diez cualidades son:
La determinación
: El budismo establece que el grado de logro y la comprensión
de uno se deben a la propia determinación, ningún agente externo puede intervenir
por nosotros. El logro de la verdadera salud mental requiere una intensa
determinación y esfuerzo. Afortunadamente, las diez perfecciones
son al mismo tiempo el medio y el fin. A medida que uno progresa se van
consolidando, de forma que la determinación se desarrolla con la práctica.
La energía: La
determinación y la energía están íntimamente relacionadas. La energía y el
esfuerzo son esenciales para superar la tendencia a la pereza y a la
inercia. Recientes estudios encefalográficos han revelado que las
personas que se inician en la meditación, a veces, presentan bajos índices de
agilidad cerebral y síntomas de sueño.
La ética : La
ética es un mecanismo funcional y práctico, esencial para el ejercicio mental y
que no debe confundirse con la moralidad. El comportamiento poco ético tiene
efectos nefastos sobre la actividad y el control mental. La falta de ética
viene motivada por emociones poderosas como la avaricia, la ira y la aversión
que aprisionan la mente y la hacen incontrolable, ocasionando estados aún más
disruptivos como la agitación o la culpabilidad. La práctica de la ética
invierte este proceso y extingue esas emociones y adiciones, poniendo de
manifiesto que las dicotomías entre el egoísmo y el sacrificio, el tú y el yo,
la ganancia y la perdida no tienen sentido.
La veracidad: La
mentira, al igual que la falta de ética, de la cual forma parte, consolida las
adicciones, temores y torpes comportamientos que la motivan y trae consigo más
emociones destructivas, como la culpabilidad, la agitación y la
ira. Además para justificar la primera mentira hay que seguir
mintiendo. La práctica impecable de la veracidad, incita a la práctica de la
ética, requiere un conocimiento preciso del lenguaje y la motivación, realza la
percepción clara y la memoria de los acontecimientos, que de otra forma la
mentira los distorsionaría. También libera la mente de la culpabilidad y del
temor de ser descubierta y por consiguiente hace que disminuya la agitación y
la preocupación.
La renuncia : La
renuncia es un atributo algo extraño en nuestra manera occidental de pensar
pues tiene connotaciones de ascetismo, sacrificio y renuncia al placer. Sin
embargo en la psicología budista quiere decir que, en realidad, se renuncia
voluntariamente a la fuente del placer con objeto de tener acceso a placeres de
una naturaleza más profunda y permanente. La psicología budista reconoce cuatro
tipos de placer: el placer sensorial, el placer que proporcionan los estados
extremos de concentración, el placer de la intuición, es decir, el que procede
de la claridad mental y el placer del Nirvana.
Los modelos
occidentales reconocen los del primer tipo, los del reino sensorial, entre
los cuales la psicología budista incluye los placeres mentales, como la memoria
y la fantasía ya que los considera como entradas sensoriales. La renuncia se
considera, como el abandono de los placeres sensoriales para cultivar los
tres restante, algo que coincide con la prioridad de necesidades de
Maslow. La renuncia conlleva también un estado de vida
voluntariamente sencillo.
La
paciencia: La impaciencia es la consecuencia de la
insatisfacción causada por la experiencia presente y por el ansia de la
experiencia anticipada. El resultado es un estado mental de inquietud
caracterizado por el desasosiego y la fantasía. La palabra
paciencia, la relacionan los budistas con la tolerancia, la indulgencia y la
clemencia. La mente paciente no se irrita con facilidad,
perdona rápidamente, es ética, indulgente consigo mismo e incluso perdona a
aquellos que no lo son; dicho de otro modo, es paciente no sólo con situaciones
y cosas, sino también con las personas y sus dificultades.
La ecuanimidad : La
mente que reacciona mediante condicionamientos automáticos de agrado y
desagrado está dominada por el placer y el dolor. Dicha mente está a merced del
entorno, es turbulenta, difícil de controlar, no tiene poder de concentración,
es inconstante en el propósito y la orientación. Se vuelve insensible a
la percepción y a la intuición. A fuerza de entrenamiento, la
reactividad condicionada por fuertes impulsos afectivos disminuye y poco a poco
la mente se vuelve menos susceptible y más serena. De esta forma, es más fácil
controlarla y permanece imperturbable frente a múltiples experiencias, es capaz
de ser ecuánime.
La generosidad: Desde
tiempos inmemoriales se ha considerado la generosidad como el medio y el fin de
todas las disciplinas más importantes de la conciencia y de todas las grandes
religiones. Parece ser que es un poderoso inhibidor de hábitos
mentales como la avaricia, la ansiedad y el odio. Según las investigaciones
contemporáneas, las personas psicológicamente maduras son más caritativas y
ayudan más al prójimo que las inmaduras.
El ser totalmente iluminado
actúa espontáneamente y de la mejor manera para servir al prójimo. Por lo
tanto, el dar ya no es un sacrificio, sino una expresión natural y alegre de la
perfecciones de bondad, renuncia y ética que comúnmente están relacionadas
entre sí.
La bondad: La
psicología budista describe varias prácticas para cultivar la bondad. Algunas
son similares a ciertas técnicas de cambio de comportamiento, como la
insensibilización sistémica. Sin embargo en lugar de que la serenidad reemplace
a la ansiedad, en las prácticas budistas de bondad se reemplazan los estados
perniciosos como la ira y el odio. Estas prácticas están basadas en los poderes
estrictos de la concentración, donde uno puede percatarse de la experiencia de
la bondad u otras cualidades deseadas.
Se recomiendan cuatro
cualidades: la bondad universal, la misericordia universal, la alegría de
conocer el bienestar de los demás y la ecuanimidad. Cuando la mente totalmente
concentrada está en posesión de estas cualidades sin vacilaciones, se dice que
produce estados sumamente positivos y beneficiosos. Cuando la estricta
concentración se relaja, estas cualidades tienden, en parte, a disiparse aunque
queda la predisposición para el futuro y desaparece la ira. Cuando la bondad se
ha perfeccionado, ya no depende de los estados específicos de conciencia, sino
que surge espontáneamente.
La sabiduría: La
sabiduría tiene muchos niveles, se necesita una cierta cantidad de ella para
iniciar cualquier ejercicio mental. Estos ejercicios disminuyen las
distorsiones perceptivas, los hábitos, los sentimientos y el comportamiento
pernicioso y conducen a una percepción más clara y a una mayor concentración. El
resultado es un ciclo de retroalimentación positivo, en el cual se reconoce,
gracias a la sabiduría, la necesidad de desechar los hábitos perniciosos y
cultivar los buenos, que a su vez conducen a una mayor sabiduría.
Llegando así, a una profunda intuición y entendimiento, y a una comprensión de
la naturaleza contraproducente de los medios a través de los cuales buscamos la
felicidad.
La persona que así lo
comprende se convierte en Boddhisattva, o sea el que siente
comprometido con la total iluminación y con la ayuda desinteresada al prójimo.
Fuente: Roger N. Walsh
Mamen Lucas Ona Daurada
Re-Publicado por “Isis Alada”
Favor
Respetar e incluir todos
los enlaces, canal y traductor si lo hubiere Sr. Orlando S. M.
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