Por David Topí
Todos tenemos
tendencia a buscar rápidamente soluciones y explicaciones físicas para
problemas o dificultades físicas. Es lo más racional e intuitivo, y es así como
percibimos que debe hacerse, ya que nos parece la forma natural de
contrarrestar o navegar por las vicisitudes de la vida. Sin embargo, no siempre
tiene porqué ser la correcta, y, en la mayoría de los casos, no lo es. La vida
del ser humano se rige por diferentes capas o niveles sutiles, planos y
dimensiones de existencia, donde la parte física, solo es la más densa de todas
ellas, y es solo el plano de manifestación de los efectos de otras cosas.
Raramente el plano
físico es el plano de las causas, del origen de algo, es decir, que raramente
algo que se manifiesta en nuestra realidad como un evento físico, ha tenido un
detonante o raíz física. De ahí que, todo aquel que intente entender como su vida
se rige por las leyes naturales que mueven la manifestación de aquello que
vemos en nuestro día a día, debe ahondar en otros niveles más allá del
físico a la hora de analizar, y buscar las raíces, de cualquier cosa que le
suceda, sea a nivel de salud, material, social, profesional, etc., etc.
La cadena descendente
de la manifestación de la realidad
El plano material, tal
y como lo percibimos, es tan solo el resultado final de una larga cadena de
procesos energéticos y evolutivos que tienen su inicio y lugar en los llamados
planos “no físicos”: procesos que nacen desde los planos superiores
“espirituales”, luego cayendo al plano mental, luego al emocional o astral,
luego al etérico, y finalmente al plano sólido y físico. En consecuencia, cada
problema que encontramos en el plano físico tiene una causa que puede ser una
amalgama de factores de esos diferentes niveles, y de ahí la importancia de
analizarlos, para ver o intuir la solución. Es inútil tratar un problema en el
plano físico cuando tiene una causa profundamente espiritual (generada en
planos por encima del mental), o profundamente emocional. Estaríamos tratando
de poner parches sin quitar el clavo que causó el pinchazo.
Por otro lado, hemos
de tener en cuenta que cada plano tiene sus propias leyes particulares, que no
pueden ser obviadas ni eliminadas, en todo caso, solo dirigidas y usadas tras
su comprensión. Puesto que cada plano actúa en forma “pasiva” respecto al plano
superior y de forma “activa” respecto al inferior (un plano o energía de un cierto
nivel es modificable por energías superiores, y, a su vez, puede manipular
energías de niveles inferiores). Dirigiendo y usando correctamente estas
energías encontramos la forma de erradicar de raíz cualquier situación a nivel
físico. Esto no significa que vayamos a hacer milagros y borrar de un plumazo
según qué cosas, pero su solución, que en muchos casos depende de fuerzas
mentales y emocionales en marcha, puede aparecer “de la nada”, y cancelar el
efecto final en el plano de nuestra realidad cotidiana, que es lo que estamos
buscando desde el principio. Todo tiene sus límites y sus tiempos, sus procesos
y sus canales, la combinación y la comprensión de todo ello es lo que nos
permite solucionar en el plano del “efecto”, el nuestro, el resultado de las
“causas”, que no nos están gustando o nos están causando aquello que tildamos
como “problema”.
Todo problema es
potencialmente cuádruple
Una persona que ha
sufrido un accidente, o coge una pulmonía, por ejemplo, podría suponer que todo
el problema radica exclusivamente en el plano físico, en la mala suerte, porque
otro conductor se saltó el semáforo o porque el aire acondicionado estaba
demasiado fuerte y cogió frío, cuando es todo lo contrario. Ambos eventos
tienen sus causas en planos más sutiles de nuestra realidad, y su manifestación
está condicionada al descenso de los procesos iniciados a nivel mental o
emocional, hasta el plano físico, que dan como resultado un evento u otro.
Además, otras leyes están en juego, como la ley de causa y efecto (llamada “karma”),
de la que ya hemos hablado otras veces,
y que no es otra cosa que los procesos
energéticos que nosotros mismos hemos puesto en marcha en algún otro momento, y
que ahora vuelven de forma natural e inequívoca a su origen, con su efecto
visible en la realidad física.
Así, todo evento,
situación y problema que nos podamos encontrar es cuádruple: tiene aspectos
espirituales, aspecto mentales, aspectos emocionales y aspectos etérico-físicos
que lo componen, y así deben ser analizados. Para ello, hay que partir de la
base, en este caso del efecto, y usando un razonamiento deductivo debemos ir
hacia la causa parándonos en todos los planos. ¿Cómo se hace esto?:
introspección, intuición, meditación, deducción, etc. En el caso de
enfermedades y problemas de salud, los terapeutas sabéis que es de lo más común
hacerlo así, pues casi siempre encuentras la causa a nivel mental o emocional,
cuando no en niveles más altos, manifestado a nivel etérico y luego físico.
Por ejemplo, un dolor
muscular en un hombro. En terapia, siguiendo este razonamiento, se buscaría
primero su contrapartida energética a nivel de la matriz etérea del hombro,
luego su “condensación” a nivel emocional para detectar que se trata de, por
ejemplo, estrés, luego iríamos a dar con la causa del estrés en el cuerpo
mental, y al limpiarlo de aquí finalmente poder sanar el dolor muscular. Es un
ejemplo sencillo que muchos entenderéis, ya que es la base de la sanación de
miles de situaciones partiendo de un efecto físico, y subiendo hacia planos
superiores para indagar en su raíz.
Cuando estamos
hablando de otros temas que no son tan obvios como la salud y las enfermedades,
hay que hacer un proceso deductivo parecido, aunque quizás sea resulte, a
priori, algo más complicado. Me acaba de pasar esto, lo otro, lo de más allá.
Bien, esa es la manifestación física. ¿De dónde viene? Yo cierro los ojos y
pido intuitivamente la información. Un ataque o trabas de alguien que está
tratando de frenar tu trabajo puede venir muy bien de un miedo tuyo a tomar
ciertas nuevas responsabilidades a nivel espiritual. Una discusión repentina
con alguien muy querido que nace de la nada puede venir de una emoción ignorada
por ambos desde hace años. Un proceso donde sufres las consecuencias de una
acción negativa de otra persona puede venir de una propia acción nuestra
ejecutando el mismo daño sobre un tercero hace dos décadas, una bomba de agua
que de repente deja de funcionar en casa es perfectamente pausible que sea el
resultado de una parada y estancamiento en el flujo de las emociones entre los
miembros de un hogar.
Hasta que no llegamos
al conocimiento de la causa, es difícil actuar sobre ella. De ahí que la
intuición, meditación, deducción, etc., son las herramientas para llegar a
ello. Cuando sientes el “ahá!, ya
entiendo de donde viene esto”, la solución es inmediata. ¿Porque no
deseo o no quiero aceptar esa nueva responsabilidad “espiritual” que se ha
manifestado en un obstáculo laboral a nivel físico? ¿Porque no sano ya esa
emoción con esa persona que sigue latente a nivel emocional? ¿Porque no tomo
acción física para eliminar el estrés mental de mi vida?
El manual de acción y
de instrucciones está en el interior de cada uno de nosotros, y no suele
fallar. Sobretodo, es vital entender que nada, o, para no ser dogmáticos,
prácticamente nada, tiene su raíz en el plano físico. Este es solo el plano de
los efectos, el plano más denso y el más interior de todos los que componen
nuestra realidad, individual y común, así que para cambiar algo en nuestra vida
física, hay que cambiarlo en nuestra vida espiritual, en nuestra vida mental y
en nuestra vida emocional. Y luego, lo demás, aparece “de la nada” y como por
arte de magia. Y es correcto, porque magia es, cuando se comprenden los
principios energéticos que la rigen, y los ponemos en práctica.
Re-Publicado por “Isis Alada”
Favor
Respetar e incluir todos
los enlaces, canal y traductor si lo hubiere Sr. Orlando S. M.
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