Mientras Venus emplea la gran mayoría de este período retrógrado en Leo,
en realidad cambia su dirección a Virgo. En este detalle descansa oculta la
clave de su entero viaje retrógrado: se trata de los matices, no de la imagen
completa.
Venus en Leo es llamativo y demostrativo, apasionado y radiante, pero en
las sutiles y modeladoras manos de Virgo él sabe que la más confiable seguridad
en sí misma nace del minucioso autoconocimiento: la familiaridad con los
enredos y vueltas de la psique de uno mismo y sus influencias sobre nuestro
bienestar y relaciones.
Cuando está retrógrado, Venus revela los puntos débiles de esas
relaciones, invitándonos a ver qué podría haber oculto. Ella descubre las
sutiles dinámicas que forman nuestras interacciones con los demás al tiempo que
nos recuerda que la relación más importante es con nosotros mismos.
Venus retrógrado en Leo necesita muy poco del mundo exterior. Él está
seguro de su mundo intrínseco y no requiere de afirmaciones externas. Esto
puede ayudar pero también entorpecer las relaciones. Podemos estar tan seguros
de nuestra posición que los demás se vuelven insignificantes ante nuestra
seguridad en nosotros mismos.
Alternativamente, la confianza en el autodominio, puede habilitarnos para
que voluntariamente demos completamente al otro sin disminuir de ninguna manera
nuestra percepción de nosotros mismos.
Saber que el amor del Divino fluye a través de nuestras venas nos permite
dar de ese amor lo que se requiera, seguros de que nuestras reservas
serán repuestas por siempre por la fuente sagrada. Para aquellos con necesidad
de este amor y afecto, nuestra atención llega como una fuerza sanadora
despertando su autoaceptación del amor.
El desafío de este Venus retrógrado es salvar las distancias entre la
autosuficiencia aislada y la interdependencia revitalizadora. Lo hacemos aprovechando
las sutilezas virginianas. Venus no puede vivir sólo en su interior y ser
feliz, saludable y completo. Necesita conexión, confort, afecto y unirse al
crecimiento.
Venus aviva la llama del amor y nos une para compartirlo. Él naturalmente
trata de conectar, no de separar. Si nos encontramos aislados durante este
pasaje retrógrado, desconectados de aquellos con los que buscamos intimidad,
Venus nos anima a considerar si nos volvimos tan autosuficientes que creemos
que no necesitamos nada ni nadie.
Esa creencia no nace de un ser soberano sino de un ser atrapado, rodeado
de muros defensivos construidos para evitar la vulnerabilidad de la necesidad,
dependencia y deseo. Venus nos invita a preguntarnos cómo aseguramos nuestro
aislamiento y como es posible que no necesitemos a nadie en un mundo de siete
mil millones de personas interdependientes.
Nos pide reflexionar sobre hechos de dependencia: el trabajo de extraños
que nos aseguran tener agua en la bacha de la cocina, los esfuerzos de nuestros
ancestros en cuyo legado vivimos hoy; el trabajo de quienes producen los
alimentos que necesitamos para sobrevivir.
Ninguna persona es una isla, siempre estamos presentes. En un mundo
interconectado, la interdependencia no es un fracaso, es una realidad, no es
debilidad, es una verdad fundamental cuya comprensión puede salvarnos a todos.
Es tiempo de explorar nuestra dependencia, de enfrentar los pensamientos
y sentimientos que se activan cuando reconocemos que nuestra propia vida
descansa en manos de otro. En verdad, cada uno de nosotros tiene la de otro en
sus manos, sustentando su florecimiento o aplastando sus delicados pétalos aun
cerrados con nuestra propia necesidad de control.
Cada uno de nosotros tiene un enorme deber de cuidar a los demás tanto
como a nosotros mismos y debemos estar dispuestos a aceptar cada día la
vulnerabilidad de la interdependencia para nuestro propio bienestar y
supervivencia.
Venus nos recuerda que la autosuficiencia es una fortaleza sólo cuando
nos permite dar y recibir en igual medida. La necesitaremos en los próximos
meses para recorrer los altibajos del cambio y pararnos firmes en la fase del
desafío que nos amenaza con manejarnos, por supuesto.
Pero igualmente necesitamos otros que vayan a nuestro lado, para
alentarnos mutuamente cuando la travesía se haga difícil, para compartir las
provisiones durante el viaje y los sueños de cada uno. No somos islas en un
océano de autoprotección; en cambio, somos una vida, que vive a través de cada
uno de nosotros para alimentarse y cuidarse a sí misma.
Mientras Venus viaja de vuelta a través de Leo, nos invita a conocernos a
nosotros mismos como al otro, para celebrar la dependencia y para honrar el
hecho de que cada uno de nosotros sostenemos la vida de otra persona en
nuestros corazones y en nuestras manos.
Todas las fechas son GMT
Sarah Varcas
© Sarah Varcas 2015. Todos los derechos
reservados. Se permite compartir libremente este artículo en su totalidad si se
otorga crédito total a la autora, se distribuye libremente y se incluye la URL www.astro-awakenings.co.uk
Traducción: Olga Graciela Torres Morel
Difusión: El Manantial del Caduceo
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
Re-Publicado por
“Isis Alada”
Favor
Respetar e incluir todos
los enlaces, canal y traductor si lo hubiere Sr. Orlando S. M.
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