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viernes, 21 de febrero de 2020

DESPUÉS DE LA MUERTE 13 FÍSICA:La energí­a de un ser humano se halla almacenada dentro del cuerpo etéreo;


La imagen puede contener: una o varias personas y personas sentadas

DESPUÉS DE LA MUERTE 13 FÍSICA:

Después de la muerte fí­sica el cuerpo etéreo, también llamado cuerpo sutil o astral se separa del cuerpo físico. La energí­a de un ser humano se halla almacenada dentro del cuerpo etéreo; la información correspondiente a la personalidad o falso yo, con toda la gama de patrones emocionales y residuos fí­sicos de las experiencias acumuladas durante la vida física, se halla registrada en este campo energético, incluyendo las experiencias de otras vidas.
Envuelto en este cuerpo sutil, el ser se dirige hacia la luz, la cual está¡ siempre presente. Los espí­ritus guías se acercan para recibir al espí­ritu del recién difunto. Los espí­ritus guí­as no tienen una forma definida, pueden parecer ángeles, personas queridas o pueden ser simplemente, formas de energí­a.
Los espí­ritus de los familiares o seres queridos pueden hacer de guí­a, y aunque éstos no posean forma, el difunto los reconocerá por la vibración de sus almas. Si el que viene no tiene una forma definida, los ojos, que son considerados las ventanas del alma, serán la clave para que se efectúe el reconocimiento. Esto es importante ya que muchas entidades, cuyo propósito no es, precisamente, el de guiar al recién llegado, se hallan a la espera de poder ”engañar” a los ilusos.
Éstas son entidades del servicio a sí­ mismo que buscan atrapar a aquellos espíritus que no posean el conocimiento suficiente para defenderse. De acuerdo a William Baldwin[*], los ojos de dichas entidades son negros, ya que carecen de luz.
Aparentemente, hay una barrera o un portal por el que hay que pasar para poder entrar completamente en la luz. Si el espí­ritu del difunto se mueve más allá de ese portal, avanzará hacia la 5ta densidad, a la cual van las almas de todos los seres después de la muerte.
Al morir, el cordón de plata que une al espí­ritu con el cuerpo físico en la tercera densidad se rompe definitivamente. Sin embargo, no todos los espí­ritus fallecidos siguen su camino hacia la luz. Algunos se pierden en el camino, ya sea por decisión consciente o por simple ignorancia, muchos quedan atrapados en el estado entre la quinta densidad y la densidad fí­sica, la tercera densidad.
Algunos autores denominan dicha zona como bajo astral, zona gris o zona intermedia. Aquel que no traspasa el portal, vagabundea por dicha zona y puede que encuentre a algún ser humano al que adherirse para poder seguir disfrutando de las actividades inherentes a la vida física.
De ésta forma, el encarnado se une de forma parcial o total a la mente subconsciente de un individuo “vivo”, ejerciendo un determinado grado de influencia en los procesos mentales, las emociones, la conducta y el cuerpo fí­sico. De esta forma la entidad se vuelve un parásito en la mente del huésped. Una víctima de esta condición puede resultar totalmente amnésica durante episodios de completa toma de control por parte de la entidad.
Hay una gran cantidad de razones por las cuales un individuo no completa su transición; como ejemplos podemos citar: Una muerte traumática o repentina puede tomar por sorpresa a la entidad, produciendo un trauma en la conciencia del espíritu recién difunto. Dicha muerte puede provocar diversos estados emocionales que pueden ir desde la sorpresa hasta la furia, el miedo, la desesperación, la culpabilidad, el remordimiento, etc.
Puede que la entidad se niegue a aceptar su muerte física o quizás sea inconsciente de que ésta se ha producido. Las emociones, sean estas de caracter positivo o negativo, que rayan en la obsesión actúan como un ancla que impide la partida de la entidad. Por lo tanto, los sentimientos de odio, culpa, remordimiento, furia, e incluso excesivo amor, pueden interferir con la transición.
Falsos sistemas de creencias sobre la vida después de la muerte pueden evitar que el espí­ritu se dirija hacia la luz; puede que la experiencia de la muerte no coincida con las falsas expectativas o nociones preconcebidas de cómo deberí­a ser.
La muerte por sobredosis de drogas o alcoholismo puede provocar que el espí­ritu del difunto conserve el apetito o el deseo de consumir tales sustancias; al ser un estado de conciencia-energí­a, el mundo astral no puede satisfacer tales apetitos, por lo que el espí­ritu decide holgazanear hasta encontrar un sujeto al que adherirse, por ejemplo, un adicto que le proporcionará satisfacción a través de su aparato sensorio-motor.
De esta forma el espí­ritu se convierte en un parásito. Lo mismo puede ocurrir con cualquier tipo de apetito u obsesión asociada al mundo material y físico de la tercera densidad, por ejemplo: comida, sexo, otro ser humano, etc.
Si al morir la persona tení­a dentro de sí­ una, o varias entidades parasitarias, la transición puede resultar un proceso difícil. En este caso hay varias posibilidades: El espí­ritu del recién difunto puede llevar consigo a la entidad parasitaria hacia la luz y de esta forma rescatar al alma perdida.
El espíritu del recién difunto puede separarse de la entidad parasitaria y dirigirse solo hacia la luz. Después de la separación la EAP puede encontrarse nuevamente perdida, por lo que reinicia la búsqueda de otro huésped en quien alojarse. Si la EAP posee una fijación con el individuo al que estuvo adherida, puede esperar hasta la próxima encarnación de éste, localizarlo en el momento en que se produzca el nacimiento, y uní­rsele nuevamente.
Esta intrusión puede ocurrir en repetidas encarnaciones del huésped. Si el espí­ritu de la persona recién fallecida no puede separarse de la entidad intrusa, quizás por carecer de la energí­a necesaria, puede también pasar a ser una entidad parasitaria con la otra EAP adherida a él.
De esta forma, ambas entidades pueden uní­rsele a otra persona, la cual a su vez, al morir, queda atrapada, y así­ sucesivamente, hasta formar verdaderas cadenas de EAPs. Estos espíritus encadenados pueden formar verdaderos cúmulos de entidades errantes.
Es necesario comprender que no se trata de una realidad fí­sica y que aplicar conceptos que sí lo rigen en un estado material es un error fundamental. Los espíritus son energí­a y no ocupan lugar. Una persona puede tener docenas, hasta cientos de entidades adheridas.
Hasta pueden reacomodarse en el aura o flotar dentro del aura fuera del cuerpo. Si una parte del cuerpo de una persona es particularmente débil, o ha sufrido un accidente o enfermedad, puede alojar a una EAP que a su vez, se identifica con dicha debilidad. También pueden situarse en cualquiera de los chakras, atraí­dos por la peculiar energí­a de uno de ellos o por las estructuras fí­sicas de esa parte del cuerpo.
Hay diferentes clases de EAPs. Los hay benignos, malignos y neutrales o pasivos. Las razones que pueden llevar a que una persona actúe como imán de estas entidades son muchas y de muy diversa Í­ndole. Puede tratarse de algo muy simple, como el hecho de estar físicamente próximo al lugar donde se produjo el deceso.
De acuerdo a W. Baldwin, aproximadamente el 50% de los casos investigados clí­nicamente se debieron a situaciones fortuitas sin que existiera relación alguna entre los EAP y el huésped ni en ésta ni en ninguna otra encarnación. La otra mitad de los casos pueden deberse a que existe algún tipo de relación o asunto sin terminar en esta u otra vida.
De acuerdo a los especialistas del tema, el fenómeno de Intrusión Astral se da con mucha frecuencia y todas las personas son afectadas por uno o más EAPs en algún momento de sus vidas. Una debilidad física, psí­quica o emocional es una invitación inconsciente para que una entidad se adhiera al individuo. Emociones demasiado fuertes, sentimientos negativos reprimidos consciente o inconscientemente pueden ser la señal que las EAPs necesitan para convertirse en inquilinos indeseados.
Algunos de los motivos que atraen a una EAP son: Todo tipo de cirugías, transplantes de órgano, transfusiones de sangre, enfermedades, debilidades físicas o psíquicas, depresión, enfermedades mentales, golpes en la cabeza, estrés, étc.
El uso de drogas, especialmente las alucinógenas, el alcohol, la anestesia, calmantes, y sustancias similares producen una abertura en campo energético que nos protege. Las relaciones sexuales pueden permitir el intercambio de EAPs. El abuso sexual, el incesto, las violaciones, incrementan la posibilidad de intrusión astral por parte de entidades que se sientan atraídas por las vibraciones que semejantes situaciones producen.
Las prácticas mágicas de cualquier tipo, la canalización, la acción de pedir ayuda a los guías sin tener el conocimiento suficiente sobre el mundo invisible, las prácticas de meditación para contactar a los maestros espirituales, las sesiones espiritistas y todo tipo de actividades espirituales que sean realizadas sin un profundo conocimiento de los mundos invisibles, son invitaciones gratuitas a que espíritus oportunistas de toda clase, tanto descarnados como entidades demoníacas interfieran y produzcan todo tipo de problemas.
He aquí que muchas de las ideas propagadas por la Nueva Era no sean más que pura desinformación que puede costar MUY CARO a quienes no estén dispuestos a investigar más profundamente este tipo de enseñanzas. La práctica de ciertos estilos de vida, la fijación u obsesión de ciertos patrones mentales pueden atraer a aquellas entidades que tengan afinidad con los mismos. La exposición a ciertos ambientes en los cuales predominan las vibraciones negativas atraerán a una multitud de EAPs.
Un hecho que los jóvenes de hoy (y los no tan jóvenes también), que ignoran profundamente la seriedad del tema, están expuestos a la intrusión astral al escuchar cierto tipo de música, así como también a inclinarse por la práctica sexual promiscua, las drogas, el alcohol, etc. No se trata aquí de ser puritano. Se trata de que el Sistema de Control utiliza estas herramientas para su beneficio, asignando una gran cantidad de entidades demoníacas a aquellos que podrían tener la posibilidad de DESPERTAR y de ENTENDER la verdadera naturaleza de nuestra realidad.
De esta forma, los jóvenes y hablo especialmente de los jóvenes porque en cierta forma, son los más vulnerables a las influencias externas impulsados por la necesidad de pertenecer a un determinado grupo, andan por caminos sinuosos que ponen en peligro mucho más que su vida física: ponen en peligro la libertad de sus ALMAS. Hablaremos de esto cuando tratemos el tema de entidades demoníacas.
Una persona puede ser afectada por una EAP de muchas formas sin llegar a sospechar nunca que una o varias EAPs se hallan adheridas a ella. Las actitudes, la conducta, las inclinaciones, los deseos, los pensamientos y las emociones pueden estar influenciadas o incluso ser determinadas por la acción de otra personalidad con una historia y un patrón de conducta diferentes, sin embargo el individuo creerá que son sus pensamientos y sus emociones.
Tal entidad actúa como un vampiro psíquico sin importar cuál sea la intención de la entidad, negativa o positiva succionando la energía vital del huésped quien en su ignorancia, cree que se trata de un hecho incorregible. La entidad vive al nivel del subconsciente del individuo y ejerce sobre él, todas sus cargas mentales, emocionales y físicas.
Una EAP es un parásito que impide a un individuo disponer de su energía, y realizarse espiritualmente. La EAP impone a su huésped su propia carga psíquica, la cual puede manifestarse emocional y /o físicamente interfiriendo con su vida, pudiendo alterar el plan original del huésped.
El karma puede ser alterado debido a la influencia de la EAP, causando una muerte prematura o una vida demasiado prolongada, impidiendo que el individuo pueda partir en determinado momento de su vida.
La EAP puede alterar la orientación sexual de la persona, la elección de la pareja, las relaciones con otras personas, etc.
En muchos casos una persona reconoce la posibilidad de haber albergado una EAP sólo después de haberse sometido a terapia y de haber descubierto o notado que ciertos hábitos, pensamientos, adicciones u obsesiones han desaparecido.
Esta nueva conciencia puede llegar pasados meses del tratamiento. Los síntomas de la intrusión astral pueden ser muy sutiles. Una EAP puede estar presente sin producir ningún síntoma notable y esto se aplica también a las entidades demoníacas. Sin embargo EAPs SIEMPRE ejercen algún grado de influencia.
Los lazos que unen a dos individuos en esta u otra vida ya sean de amor, de odio, celos, venganza, etc.- pueden ser un factor importante que permita la intrusión astral. Sin saberlo, un individuo puede, inconscientemente, invitar a un ser querido a unírsele cuando este último ha fallecido.
Esta invitación puede producirse por el dolor que produce la pérdida y por rehusarse a dejar ir al ser amado. El espíritu de la persona fallecida puede sentir de la misma forma y decidir quedarse para acompañar al otro, protegerlo, darle amor, etc. Sin embargo esto NO BENEFICIA a ninguno de los dos.
La intrusión que se produce por los lazos de amor que unen a dos individuos es una VIOLACIÓN del LIBRE ALBEDRÍO de ambas almas. La realidad es que por mucho que la persona que continúa viva extrañe, anhele o sienta dolor por la pérdida del fallecido, el espíritu de este NO TIENE derecho a invadir el espacio y la energía de la otra persona, así como tampoco, la persona viva NO DEBE jamás invitar a un espíritu a quedarse.
SALUDOS a tu bella alma y corazón om Rá ank Rá Shankar Nehru Sethi


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