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viernes, 10 de junio de 2016

Por qué crear mandalas fortalece tu salud espiritual

 Mandalas. Foto: iStock Photos.



Por qué crear mandalas fortalece tu salud espiritual
Hace tiempo se habla de los Mandalas (“círculo sagrado”, en sánscrito) como instrumentos de meditación y sanación. En esta nota te explicamos qué hay de interesante en esta técnica y por qué sus beneficios son instantáneos y más que evidentes. 


Se  trata de diseños muy antiguos (se hallaron muchos dentro de la cultura egipcia), que aportan la expresión estética de un universo de energías vitales, de armónicas y equilibradas vibraciones que elevan el espíritu y ayudan a centrar la psiquis.
Se realizan a partir de un círculo dentro del que - orientados a los cuatro puntos cardinales – se pueden disponer distintas figuras, formas geométricas y grafismos de muy diferentes tamaños, colores, texturas, etc.  La variedad de motivos es infinita, y responde a lo que siente y desea expresar en ese momento quien realiza cada mandala.


Sabemos que el arte cura. Y la realización de mandalas ayuda a componer una nueva armonía,  equilibrar impulsos, ordenar la psiquis, expresar emociones, pensamientos y sentimientos.  Ya el psicólogo Carl Jung los usaba en sus terapias como medio equilibrador y sanador, trabajando con la premisa de que el mandala incluía el consciente y el inconsciente del sujeto, en la búsqueda del sí-mismo. 
Creemos que con una adecuada orientación, la realización de estos círculos de arte se puede convertir en un instrumento de ayuda para la concentración y armonización de la mente y la conciencia.


 


Esto sucede porque para crear un mandala hay que recorrer previamente un camino propio de equilibrio y armonización personal. La relajación y concentración en el trabajo artístico ayuda a estar en contacto con una verdadera y pura energía, aportando un estado de crecimiento y sanación psico-espiritual. Y a través del proceso mismo de creación, se celebra la unidad entre mente y espíritu.

Pintar de a muchos
Cabe señalar que en este tipo de tarea aporta mucho trabajar en grupo, ya que cada artista se nutre en el conjunto, por la riqueza que le brinda la interacción con pares. Si el trabajo se organiza en un entorno grupal que facilite el relax y la concentración, en cada encuentro se podrán compartir e intercambiar experiencias de vida, sensaciones placenteras o inquietantes, miedos, postergaciones y también logros.
Las charlas compartidas luego se verán reflejadas en estos círculos de arte que son los mandalas, y el fruto de la interacción con “el otro” surgirá en la creación individual. 

La intuición de jugar
Asimismo, en el momento de crear cada mandala se eligen de manera puramente intuitiva los motivos, colores, tamaños, formas y materiales con los que trabajar, que pueden variar según el deseo del realizador o el estado psico- espiritual que este transite. Por eso es importante contar con un orientador o guía, que ayude a recorrer este camino y a descubrir en forma interna los recursos necesarios para volcar lo que en ese momento cada uno desea transmitir.
El resultado será una sensación de liberación y alegría, por haber podido volcar en ese círculo sagrado nuestro ser más profundo.

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