Ya que estamos hablando del amor, me he acordado de
que has mencionado un par de veces que todos tenemos un alma gemela.
Así es.
¿Entonces existen las almas
gemelas?
Sí
Siempre pensé que era una quimera, un sueño
romántico, que sólo existía en la imaginación.
Pues no. Existen de verdad. Otra cosa es que sea
como vosotros lo imagináis.
¿Y qué son las almas gemelas?
Espíritus afines al cien por cien, complementarios.
Creados para estar unidos en el amor. Las almas gemelas se necesitan la una a
la otra para ser totalmente felices.
¿Y para cada ser sólo hay un
alma gemela o puede haber varias?
Puede haber espíritus muy afines, pero sólo uno afín
al cien por cien, y ese es el alma gemela.
¿Con qué objeto se crearon
las almas gemelas?
Para que nadie se sienta nunca solo. Para que haya
alguien igual a ti que te impulse a despertar, a recorrer el camino del amor.
El alma gemela es tu pareja ideal, tu media naranja para toda la eternidad.
¿Quiere decir eso que las
almas gemelas encarnan simultáneamente para estar juntas?
Muchas veces sí, pero no siempre. Depende de las
necesidades evolutivas del espíritu. A veces deben vivir experiencias por su
cuenta, por ejemplo, para avanzar en el desarrollo de la propia voluntad y no
volverse dependientes del otro.
Y cuando encarnan juntas, ¿lo hacen para vivir como pareja?
Sería la situación ideal y muchas veces se prepara
la encarnación para que ocurra así, pero no siempre. Pueden también encarnar
juntos, pero no como pareja, sino como familiares muy allegados, o con otra
relación. Depende también de las necesidades evolutivas del espíritu y de lo
que ellos elijan hacer. Y también hay que contar con el hecho de que, una vez
encarnados, pueden elegir no estar juntos.
Entonces, la elección de las personas que tienen que
ver con nosotros en esta vida ¿es una decisión que se toma antes de cada
encarnación, o bien fruto de las decisiones que tomamos cuando estamos ya
encarnados?
Las relaciones más allegadas, como la composición de
la familia, algunas amistades y la futura pareja, se acuerdan antes de
encarnar. Al respecto de eso hay un compromiso entre los espíritus que se
encarnan para ayudarse mutuamente en sus respectivas misiones o pruebas, por
ejemplo, de los padres respecto a la encarnación de los futuros hijos, etc.
Otra cosa es que luego se cumplan los compromisos adquiridos.
¿Se suelen respetar los
compromisos previos a la encarnación? Es decir, ¿puede ocurrir que una persona haya acordado con otra ser pareja y luego,
una vez encarnado, elija como pareja a otra persona, o que una pareja que se ha
comprometido a tener dos hijos, luego sólo tenga uno o ninguno?
En vuestro mundo sucede muy frecuentemente que los
espíritus incumplen sus compromisos preencarnatorios.
¿Por qué motivo los incumplen?
Generalmente, porque se dejaron arrastrar por sus
propios defectos, por su egoísmo, tomando decisiones con la mente, que está muy
influenciada por las sugestiones del mundo materialista en el que vivís, que os
conduce a llevar una vida enfocada completamente a luchar sólo para conseguir
objetivos materiales (consumismo), o a disfrutar de placeres
materiales (hedonismo), olvidando así sus
aspiraciones y compromisos espirituales.
¿Y cómo sabe el espíritu, una
vez encarnado, cuáles son esos compromisos espirituales adquiridos antes de
nacer si no recuerda nada de esa etapa?
Dejándose llevar por la intuición espiritual. Cuando
el espíritu se deja llevar por lo que siente, está siguiendo esa voz del
interior que intuye cuál es el camino a seguir, y a medida que se van
cumpliendo los objetivos marcados se siente más feliz consigo mismo, más seguro
y sereno, y se le clarifican los siguientes objetivos de esa vida. Cuando uno
desoye esa voz del sentimiento y se deja guiar exclusivamente por la mente, y
ésta le induce a seguir objetivos puramente materiales, en contra de sus
sentimientos, la persona se siente vacía, inconforme consigo misma,
insatisfecha, insegura, y no encuentra sentido a su vida.
¿Podrías exponer un caso
concreto?
Pongamos el ejemplo de dos almas gemelas que se
encuentran en su actual vida, habiendo acordado unirse como pareja antes de
encarnar. Su interior espiritual los hace reconocerse y que se despierte el
sentimiento mutuo que existe entre ellos. Sin embargo, imaginemos que uno de
ellos está muy influenciado por su propio egoísmo, y se ha dejado llevar por él
a la hora de tomar decisiones en esa vida. El egoísmo, a través de su mente,
aprovechará cualquier circunstancia materialmente adversa para influenciarle
negativamente, para que haga caso omiso de sus sentimientos, de una y mil
formas: “no es un buen partido, no tiene dinero, no tiene
estudios, no es de mi condición social, no es físicamente atractiva, mi familia
se opondrá y no quiero complicarme la vida, vive muy lejos, no es de tal o cual
manera, etc”. Y entonces, habiéndosele presentado la oportunidad
de experimentar el sentimiento verdadero y de vivir con la persona
espiritualmente afín, con quien podrá experimentar algo de la auténtica
felicidad, la deja pasar, eligiendo en contra de sus sentimientos e
incumpliendo así su acuerdo preencarnatorio con su alma gemela. Si se deja
arrastrar por el egoísmo, ese espíritu elegirá su pareja, no en función de sus
sentimientos, sino en función de sus expectativas mentales o materiales,
prefiriendo a otra persona con un mayor atractivo físico, o que sea más
complaciente, o con mejor posición económica, con la que llevará una vida
aparentemente más excitante para los sentidos, o más cómoda, pero vacía de
sentimientos.
¿Y qué ocurre con el resto de
personas que sí intentan cumplir sus compromisos? Por ejemplo, ¿qué pasaría con la persona que ha sido rechazada en
este caso?
Siempre hay un plan B o alternativo, ya que los
espíritus guías conocen la capacidad de cada uno y saben hasta dónde uno puede
llegar. Podría rehacer su vida con otra persona que, aunque no fuera tan afín
espiritualmente, estuviera más dispuesta a luchar por los sentimientos y menos
por el egoísmo.
¿Y qué pasa, por ejemplo, si
un espíritu acordó ser el hijo de una pareja que finalmente no se formó,
habiendo encontrado cada uno de los que iban a ser los padres un cónyuge
diferente, si los futuros padres ya están encarnados y ya han elegido de forma
distinta a lo acordado?¿Se quedaría sin encarnar?
Tened en cuenta que por el hecho de estar encarnado
no significa que uno esté desconectado del mundo espiritual, ya que vuelve a él
casi cada noche durante el sueño. En ese estado puede tomar decisiones que
tienen que ver con otros espíritus, por ejemplo, con los que serán sus futuros
hijos, y retomar los compromisos adquiridos, aunque con un plan diferente del
inicialmente previsto. En el caso de que ninguno de los posibles padres se haga
cargo, se buscaría una pareja alternativa con semejantes características a la
anterior que quiera aceptar al espíritu encarnante como hijo. Los guías saben
que tendemos a cambiar de opinión una vez que encarnamos, por lo que tienen
previstas multitud de alternativas evolutivas para procurar que, a pesar de
todo, tengamos opciones de evolucionar, no importa cuáles sean las
circunstancias que hayamos elegido, por muy apartadas que estén del camino
previamente trazado antes de encarnar. Si uno se desvía de la “ruta” inicialmente trazada, se recalcula entonces una
nueva “ruta” a partir del nuevo camino
que uno ha elegido, pero con el mismo destino.
¿El incumplimiento de esos
compromisos acarrea al espíritu alguna consecuencia?
Aparentemente puede parecer algo negativo, como si
uno se desviara del camino más corto hacia la felicidad. Pero forma parte del
libre albedrío el tener libertad para cambiar de opinión en el momento que uno
quiera, y experimentar situaciones que hasta que no se viven en primera
persona, no se toma conciencia de lo que son. Por lo tanto, lo que no se
aprende de una forma se puede aprender de otra. Existen diferentes caminos para
llegar al mismo sitio, diferentes alternativas para experimentar y aprender lo
mismo.
¿El espíritu que encarna,
conoce de otras vidas a los que serán sus familiares o allegados?
Hay de todo. Algunas de las personas que encarnan en
la misma familia pueden haber sido compañeros de otras vidas y en otros casos
puede ser la primera vez que encarnen juntos en la misma familia.
¿Y quién decide la
conformación de las familias, es decir, quién dice quién va a ser el padre,
quién la madre, los hermanos, etc?
Normalmente lo deciden los propios espíritus que van
a encarnar de mutuo acuerdo, con ayuda y asesoramiento de los guías espirituales.
¿Y de qué dependen las
relaciones familiares?
De las necesidades evolutivas de los espíritus
encarnantes, tanto si se trata de expiaciones como de misiones.
¿Me puedes aclarar cómo la
necesidad evolutiva puede influir en la composición familiar y qué diferencia
hay entre expiaciones y misiones?
Sí. Existen familias cuyos componentes, sean éstos
hermanos, padres o hijos, han sido enemigos acérrimos en otras vidas y pueden
haberse hecho mucho daño, motivados por el odio, deseo de venganza o resentimiento
que han sentido los unos por los otros. Estos espíritus encarnarían juntos con
el objeto de limar sus asperezas a través de la estimulación del afecto que
proviene de la consanguinidad. Es decir, se trata de una expiación en el
sentido de que estos espíritus tienen deudas que saldar entre ellos, por
haberse hecho daño mutuamente, por haber actuado en otras vidas contra la ley
del amor. En el caso de las misiones, los espíritus no se unen ya porque tengan
deudas que saldar, sino porque se aman y deciden encarnar juntos para ayudarse
mutuamente en el cumplimiento de objetivos espirituales más avanzados, que
tienen que ver con la ayuda a seres espiritualmente menos evolucionados, aunque
al mismo tiempo esto les sirva para mejorarse espiritualmente.
Entre esos dos extremos existen situaciones
intermedias de todos los matices, en las que existe parte de egoísmo y parte de
sentimiento, parte de expiación y parte de misión, porque a medida que el
espíritu avanza por el camino de la evolución espiritual, cada vez tiene menos
deudas que saldar y más amor para dar de forma incondicional.
¿Pero, en el caso de las
relaciones por expiación, no se producirá el efecto contrario al que se
persigue? Es decir, si las personas que se odian son
obligadas a convivir bajo el mismo techo, ¿no generará abusos, malos
tratos, tensión y discusiones constantes?
No son obligadas, sino que ellas mismas han aceptado
la sugerencia de los guías espirituales para vencer sus malos sentimientos. Los
abusos, malos tratos y discusiones a los que haces referencia aparecen porque
estos espíritus continúan aferrándose a sus malos hábitos espirituales y no
quieren reformarse.
De todas formas, me parece una terapia demasiado
agresiva el situar a personas que se odian en la misma familia. Es como juntar
a todos los presos peligrosos en la misma celda ¿No acabarán despellejándose? No veo que de esa situación
les pueda surgir el amor.
No he dicho que todas las personas de la familia se
lleven mal entre sí. Se puede dar, por ejemplo, que el choque sea entre el
padre y un hijo, o entre un hermano y otro, pero no de éstos con los otros
miembros de la familia. Generalmente, en estas familias también encarnan
espíritus más avanzados que dan el ejemplo a seguir de cómo ha de ser una
conducta amorosa. El hecho de que espíritus con defectos semejantes encarnen
juntos es precisamente para que uno sirva de espejo del otro, y aprendan de la
experiencia de convivir con alguien que se parece a uno mismo.
¿Y qué es lo que han de
aprender de esta experiencia?
Lo primero, saber que todos somos hermanos, y aquí
es literal, porque la persona más odiada en la vida anterior puede ser tu
hermano de sangre en la siguiente. Tened clara una cosa: no se puede
evolucionar queriendo sólo a unos cuantos y odiando a los demás. Hasta que no
transformemos el odio en amor no avanzaremos. Por ello debemos reparar el daño
que hemos hecho por odio, y qué mejor manera que hacerlo con la persona con
quien más nos cuesta y a quien más le debemos. También sirve para conocer y
vivir en carne propia las manifestaciones del defecto de otra persona que tiene
el mismo defecto que nosotros, entendiendo como defecto una manifestación del
egoísmo. Tenemos tendencia a ver la paja del ojo ajeno pero no la viga del
propio, es decir, nos fijamos muy bien en los defectos de los demás,
especialmente los de las personas que no nos son queridas, pero no queremos ver
los propios, que suelen ser semejantes a los de los demás.
Viviendo en nosotros los efectos del defecto, la
experiencia propia del sufrimiento que genera esa manifestación del egoísmo de
los demás en nosotros mismos, tomaremos conciencia de que existe y de que es
algo que hay que ir eliminado.
Volvamos al tema de las relaciones personales, ¿por qué motivos pueden unirse dos personas en una pareja?
Por amor, por necesidad de evolución espiritual o
por apego.
Los dos primeros son motivos que obedecen a
criterios espirituales, y se deciden antes de encarnar. La última es elegida
por la persona cuando ya está encarnada y suele tomarse más por razones “terrenales” que espirituales, alterando muchas veces los
compromisos espirituales adquiridos antes de encarnar.
¿Me puedes explicar qué
diferencias hay entre unos tipos de unión y otras?
Las primeras se producen por la unión de
sentimientos y la afinidad espiritual.
Las segundas por una necesidad de aprendizaje mutua
y generalmente se dan entre espíritus que tienen algún tipo de cuenta
pendiente, o que pueden mejorar espiritualmente a través de la convivencia, por
tener determinados defectos o virtudes que pueden trabajarse a través de esa
convivencia.
La tercera se da por una atracción física o sexual,
por afinidad de objetivos mentales o materiales, o por necesidad material,
necesidad afectiva, conveniencia u obligación entre las personas que se han
unido.
En el caso de la encarnación de los hijos puedo
entender que esto sea decidido en el mundo espiritual. Pero la decisión de
unirse dos personas como pareja ¿acaso no se toma siempre en
el mundo físico, una vez está uno encarnado?
Cierto es que la decisión final se toma cuando uno
está encarnado. Pero yo me pregunto, ¿cuál es la probabilidad de
que dos personas que no se conocen, entre tantos miles de millones, se
encuentren en una vida? ¿Casualidad? Para que las circunstancias
confluyan, es decir, para que ciertas personas se conozcan y tengan la
oportunidad de conocerse, hace falta que converjan un cúmulo de circunstancias,
y esto es lo que se organiza desde el lado del mundo espiritual. También el
reconocimiento de que cierta persona va a ser alguien importante en la vida de
uno es una impresión que viene del recuerdo de la otra vida.
Según lo que cuentas, deduzco que uno puede tener
parejas diferentes en cada encarnación, ¿no?
Sí, claro. Suele ser lo normal en los mundos de
vuestro nivel evolutivo y, además, muchas veces es necesario para la evolución
espiritual, o es la consecuencia de los actos de otras vidas.
¿Qué quieres decir?
Que incluso aun tratándose de almas gemelas, de
espíritus totalmente afines, si les pueden más los defectos que los
sentimientos, pueden acabar separándose, aunque sea sólo temporalmente, por no
querer reconocer ni modificar los malos hábitos espirituales. A veces sólo se
aprecia lo que se tiene cuando se pierde. De ahí que para otras vidas elijan a
otras parejas con menor afinidad, pero que les pueden ayudar a modificar estos
hábitos. En vuestro mundo hay muy pocas parejas que se unan por amor, porque la
mayoría hace poco caso del interior. La gran mayoría lo hace por necesidad o
conveniencia material o afectiva, o atracción sexual, y sólo una pequeña parte
se une en función de las necesidades espirituales.
En los mundos más avanzados, donde los espíritus ya
han eliminando gran parte del egoísmo y son más consecuentes con sus
sentimientos, la mayoría de uniones se dan por amor, porque los espíritus
afines se reconocen inequívocamente y porque saben que la satisfacción de
ningún anhelo material les puede hacer más felices que el sentimiento mutuo que
experimentan. Encontrarás pocas parejas que no sean almas gemelas y ninguna que
haya sido elegida en función de intereses egoístas.
Siempre nos han dicho que lo más espiritual era
tener una pareja para siempre, por aquella frase de “lo que ha unido Dios, que no lo separe el hombre”, pero ahora tú me dices que tener más parejas es “lo normal” y que puede ser beneficioso espiritualmente. ¿No existe aquí una contradicción?
Es que una cosa son los lazos de amor y otra los del
matrimonio. En el 90% de los matrimonios de la Tierra no hay amor verdadero,
aunque esto no puede ser evidente para los cónyuges hasta pasado un tiempo.
Pero parece ser que por haber firmado un papel uno no tiene derecho a cambiar
de opinión. Cuando vosotros elijáis vuestras relaciones en función de vuestros
sentimientos, entonces vuestras relaciones serán duraderas, como lo son las de
los mundos avanzados. Pero tened en cuenta que lo que une a estas parejas no es
la obligación, sino el sentimiento. Cada uno mantiene su libertad, tanto para
elegir a la pareja, como para decidir separarse si así lo decide por propia
voluntad, sin tener que rendir cuentas a nadie de su decisión. Tened clara una
cosa: es el amor mutuo lo que hace que dos seres estén unidos, manteniendo cada
uno su libertad individual intacta, no ningún contrato firmado, aunque sea
delante de un sacerdote, o de un altar lleno de reliquias religiosas y flores,
porque no es Dios el que os está uniendo, sino vosotros mismos, y las leyes y
costumbres que habéis querido inventar. Lo que sí os ha dado Dios es la
capacidad de amar, un alma gemela para que experimentéis ese amor y seáis
felices, y la libertad de decidir vuestro destino. Pero como ya he dicho, en
vuestro mundo, las pocas parejas que se unen por los sentimientos todavía han
de vencer el propio egoísmo, que muchas veces puede más y consigue imponerse a
los sentimientos. Por ello la lapidaria frase “Lo que ha unido Dios, que no lo separe el hombre” la podríais sustituir por la siguiente, mucho más apropiada y que
resulta un buen consejo a seguir para aquellos que buscan experimentar la
auténtica felicidad: “Lo que ha unido el amor, que no lo separe el egoísmo”.
Entonces, ¿el divorcio es algo positivo
desde el punto de vista espiritual? Siempre me pareció lo
contrario, ya que la mayoría de religiones cristianas son contrarias al
divorcio.
Una cosa es la religión y otra la espiritualidad. El
tener la libertad de elegir con quién estar o no estar es siempre positivo. Es
positivo porque permite ejercer el libre albedrío y el mundo espiritual siempre
está a favor del libre albedrío. Forzar a una persona a estar con alguien por
el que no siente o, aunque sienta, con quien le es imposible convivir por la
razón que sea, sólo por haber firmado un papel, es vulnerar su libre albedrío.
Y es que vosotros todavía creéis que el estar unido a una pareja implica
renunciar a una parte del libre albedrío y esto no es así. Por ejemplo, creéis
que por el hecho de estar casado o viviendo en pareja con alguien, esto le
obliga a uno a mantener relaciones sexuales con la pareja, como si fuera un
deber que se ha de cumplir por encima de todo, y esto no es así. Uno no está
obligado a mantener relación sexual con su pareja sólo por el hecho de estar
casados, si no lo quiere o desea. Ni a unirse a una persona sólo porque haya
mantenido relaciones sexuales con ella.
Ni está obligado a sentir lo que no siente, aunque
por las circunstancias que sea se haya unido a ella. Y, lo más importante, no
se ha de sentir culpable por ello, porque los sentimientos no pueden ser
forzados, sino que han de emanar espontáneamente. Desde el punto de vista
espiritual, por encima de todo está la libertad individual, que prevalece sobre
cualquier otra cosa. Mientras no os desprendáis del apego no podréis
experimentar la felicidad del amor, porque el apego es al amor lo que la jaula
es para el pájaro.
Entonces, cuando las personas que mantienen
relaciones no se quieren, sino que sólo lo hacen por pasar un buen rato, ¿están transgrediendo alguna ley espiritual?
No. Si las personas lo han elegido libremente, no
hay ningún problema. Lo que ocurre es que cuando el espíritu avanza espera algo
más de la relación sexual, y una relación puramente física le dejará
insatisfecho y le hará sentir vacío, además de que cuando dos personas que se
unen en la relación, aunque sexualmente se atraigan, si no son afines
espiritualmente, y no sienten desde el interior, la relación exclusivamente
sexual acaba por hastiar. Por eso no suele durar mucho. Si se prolonga, será
una relación inestable, siempre en conflicto permanente, ya que los lazos que
la unen son muy débiles.
A medida que el espíritu evoluciona, su sexualidad
pasa de ser un instinto, una necesidad biológica, a ser un instrumento de
expresión del sentimiento. Para los humanos primitivos la sexualidad era
básicamente instintiva y no podía haber un vacío del sentimiento cuando se
apareaban con alguien a quien no querían, porque su sentimiento estaba todavía
escasamente desarrollado.
Pero un espíritu más evolucionado, con mayor
capacidad de amar, sentirá un gran vacío si en sus relaciones sexuales sólo
busca satisfacer su instinto. La relación sexual para el espíritu avanzado es
una manifestación de amor íntimo. Cuando los espíritus que mantienen una
relación sexual son espiritualmente afines y se aman mutuamente, el sentimiento
de amor profundo se manifiesta en la relación sexual, y se produce
simultáneamente al intercambio de los cuerpos físicos un intercambio energético
entre ellos que los revitaliza y los llena, y que surge de la interpenetración
de los cuerpos astral, mental y espiritual. Por el contrario, en una relación
puramente sexual, es decir, en la que las personas que practican el sexo no
sienten amor la una por la otra, aunque haya una satisfacción del cuerpo
físico, faltará la compenetración de los cuerpos más sutiles, astral, mental y
espiritual, y esto dará como resultado la sensación de vacío e insatisfacción.
En los mundos avanzados, lo que mueve a los
espíritus a unirse como pareja es, exclusivamente, el amor interior que sienten
y, por tanto, es muy raro que se unan las parejas por algún otro motivo. Como
allí la percepción está muy desarrollada, no hay lugar a engaños ni
decepciones, que en la Tierra suelen ocurrir al encontrar que la pareja no es
como uno creía, porque hasta ese momento mostraba sólo una apariencia para
conquistar.
¿Y cómo se pueden resolver
los problemas de sexualidad?
Vuestros problemas con la sexualidad son en su
mayoría debidos a que mantenéis relaciones sexuales con personas por las que no
sentís prácticamente nada de amor. Todavía continuáis mirando sólo la parte
física, y creéis que la culminación del placer sexual es mantener relaciones
con personas físicamente muy atractivas. No queréis reconocer la parte de los
sentimientos y, puesto que la mayoría de vosotros no estáis emparejados con las
personas amadas espiritualmente afines, el problema viene de no sentir. Viene
de no sentir un llenado del interior. Los espíritus más avanzados son los que
más sufrirán por mantener relaciones sexuales sin amor. En vez de reconocer que
el problema está en la ausencia de sentimientos y que lo que hay que hacer es
empezar a actuar más conforme a lo que uno siente, os empeñáis en buscar
experiencias sexuales con otras personas igualmente por las que no sentís nada,
o en añadir al sexo otros componentes que supuestamente lo hacen más atractivo,
pero igualmente vacío.
Entonces se cae en un círculo vicioso, ya que se
busca llenar con materia lo que sólo podría llenarse con sentimiento.
Entonces, ¿me quieres decir que el amor
romántico, esas relaciones que vemos en las películas, son algo que escasea en
nuestro mundo?
Lo que ocurre es que vuestro concepto de lo que es
el amor, en este caso, el amor de pareja, está distorsionado respecto a lo que
es el amor desde el punto de vista espiritual.
No escasean las relaciones por intensa atracción
física, qué vosotros llamáis erróneamente amor “pasional” o “romántico”, que son como la luz de una
bengala, muy intensa en un instante y que luego se apaga para siempre, y que se
intenta vanamente prolongar a base de superexcitar los sentidos con aderezos
materiales (una cena en un restaurante caro, un regalo
llamativo, una noche en la suite de un hotel de cinco estrellas o unas
vacaciones en una isla paradisíaca). Y a todo esto le llamáis
amor romántico, cuando en realidad no deja de ser una fuerte atracción sexual
que se va difuminando una vez el deseo sexual ha quedado satisfecho. Respecto a
las pasiones, muchas veces no tienen nada que ver con el amor, sino sólo con el
deseo insatisfecho de poseer a alguien, que es la manifestación del egoísmo que
hemos llamado apego. Las personas no son objetos, no pueden ser poseídos y no
pertenecen a nadie más que a sí mismos. No confundáis el querer con el querer
poseer, el amor, con el apego. Tened clara una cosa: no
se puede obligar a nadie a querer, porque si el amor no es libre, entonces no es amor. Los sentimientos no se pueden forzar. Los sentimientos no obedecen a sugestiones, manipulaciones, imposiciones ni mandatos. Si queréis ser amados, entonces amad incondicionalmente, sin esperar nada a cambio y entonces, algún día, la ley de causa-efecto os traerá aquello que vosotros habéis dado.
se puede obligar a nadie a querer, porque si el amor no es libre, entonces no es amor. Los sentimientos no se pueden forzar. Los sentimientos no obedecen a sugestiones, manipulaciones, imposiciones ni mandatos. Si queréis ser amados, entonces amad incondicionalmente, sin esperar nada a cambio y entonces, algún día, la ley de causa-efecto os traerá aquello que vosotros habéis dado.
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