La Hermandad Blanca Y El Nacimiento De Jesús El
Cristo
El altísimo se
había compadecido. El cosmos se predispuso, una gran luz, para un nuevo
amanecer en los tres planos de existencia espiritual, mental y física para que
una gran luz alumbre un camino de un nuevo amanecer.
Un ser que había superado la etapa búdica, el
nirvana, el eterno gozo, esta alma uniría el cielo y la tierra, para que el
plan divino se realice tal como el profundo amor La conciencia Cósmica lo había
predispuesto, un ser del mundo mental se uniría a un gran hombre terrestre que
con su supremo esfuerzo había alcanzado su realización como ser humano.
Era un espíritu viejo que durante muchas
encarnaciones gano el título de ser un ser humano realizado, el ya no tenía que
estar en este mundo para su trascendental vida en el camino de una evolución.
El volvió a nacer como un Budhi Sadva. Aquel que
espera hasta el último ser humano que cruce el puente y deje sus apegos
terrenales, su Karma, él es el hombre puente, el camino, el logo, el círculo,
la rosa, el número siete.
Los grandes maestros de la hermandad blanca, habían
visualizado el nacimiento de un gran ser, las señales manifestaban este hecho
maravilloso hacia los cuatro ángulos de la madre tierra, él tendría que nacer
en un lugar donde el mensaje seria difundido y expandido al mundo entero.
Era el tiempo que esta mente maravillosa debía
reencarnase, ya no como un gran guerrero o un gran Rey.
El nuevo Avatar tendría las condiciones de
representar la esencia de lo más divino, el amor universal nacería en lo más
humilde de una familia, José era ya un hombre anciano y había enviudado y tenía
una gran familia de cinco hijos.
La estrella brillaba con gran intensidad, el anciano
de los días desde su recinto en el desierto de Gopi, la legendaria Shamballa.
En sus meditaciones visualizaba este gran espíritu
que volvía a nacer, una energía se expandía desde este recinto sagrado, los
grandes Kumaras irradiaban sus bendiciones al mundo.
En la india los grandes Bramanes en sus templos
observaban este hecho maravilloso, los sabios Richis se llenaban de gozo al
saber que el amor universal estaba próximo a nacer.
El anciano Richis pronunciaba en silencio un
poderoso mantra Hari Om.
El estaba de regreso mi señor Visnu, mi amado
siempre joven Krishana, mi pastorcillo.
En el techo del mundo sonaban las grandes trompetas
tibetanas expulsando y desechando aquellos espíritus impuros, abrir el camino
que la nueva luz está por nacer, el mundo no volverá a estar a ciegas el uniría
el cielo y la tierra, que simboliza el número 33.
En América de Norte, los Maestros del Monte Shakta
entre sus meditaciones y viaje mental y astral, viajaron a todos los rincones
de América.
La ruta del Sol también conocida como la ruta de
Wiracocha, desde la tierra del fuego (Chile) hasta el monte Shakta, ya los
maestro de la hermandad de los siete rayos estaban listos para la llegada de
este gran espíritu.
Los potutos (caracola que produce sonido) sonaban al
llamado, cada recinto de la fraternidad blanca mandaban a sus emisarios de la
nueva luz que está por nacer.
Tres grandes maestros, al cual la historia sagrada
los conoce y menciona, salieron al primer encuentro, fue un largo viaje que duro
dos años.
Los hermanos mayores acompañaron a estos enviados de
la hermandad blanca en todo el camino, en aquellos primeros tiempos no era de
extrañar que en el cielo sus grandes naves luminosas se dejen ver y fue una de
ellas que los guio a estos Maestros, que son recordados por la historia como
los tres Reyes Magos, tres maestros que trajeron consigo los elementos
necesarios que ayudarían a este gran espíritu a recordar.
Cerca de Qumran se habían reunido los Maestros de la
fraternidad de los Esenios, su asamblea era de estricto secreto, ellos serían
los maestros que estarían cerca de este gran espíritu, en su nacimiento y en el
transcurso de su vida, algunos de sus discípulos de amor universal fueron de
esta fraternidad los Esenios.
Ellos estarían secretamente a cargo del cuidado y
educación.
La misma nave en forma de cilindro fue la que
acompaño a Moisés en el trayecto del desierto, de llevar aquella raza a la
tierra prometida.
Pero este pueblo aún no había aprendido, estando aun
contaminado en su creencia religiosa así que, toda esta generación que salió de
Egipto tuvo que ser depurada por 40 años en el desierto.
Por: Victor Salazar soto
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