Al ignorar como funciona nuestro subconsciente, vamos por el mundo sin
prestar atención a cuanto estamos creando irresponsablemente en nuestro futuro
y en el de nuestra descendencia. Veamos...
¿Qué es un secreto?
El secreto es como un animalillo inmortal que se pretende ocultar en una
generación, pero que en las siguientes reaparecerá ingeniosamente disfrazado.
¿Cómo aparecen en nuestra vida?
Por vergüenza, por protección a los hijos o por diferentes miedos, hay
hechos y circunstancias que las familias pretenden que no salgan a la luz.
Estos secretos forman una estructura que se deslizará de diferentes maneras sobre
las generaciones siguientes.
¿Cuáles son los secretos que más se repiten?
Los más comunes se refieren a enfermedades mentales, asesinatos,
suicidios, violaciones, homosexualidad, incesto, prostitución, exilios, cárcel…
¿Cómo descubrir los secretos de nuestro árbol genealógico?
Frecuentemente se manifiestan en los descendientes por medio de
accidentes, fobias, repeticiones, psicosis, autismo, enfermedades congénitas
que afectan a los órganos de los sentidos, quistes… Por ejemplo, una niña
pierde la virginidad por accidente (una escopeta de juguete se le clava en el
himen) en la misma fecha que su bisabuela fue violada, hecho que se mantuvo en
secreto generación tras generación.
¿Qué nos aporta el conocimiento de los secretos?
La realización personal de cada miembro del árbol y vivir en la
autenticidad, tiene un gran valor profiláctico para la salud de nuevos frutos
que estén por nacer.
¿Alguna cosa más?
Muchos de nuestros antepasados hubieran querido vivir una vida
completamente distinta a la que vivieron. El árbol conserva en su memoria
deseos insatisfechos, deseos de realización personal que siguen siendo
secretos. Y esos deseos secretos son como bombas de efecto retardado en el
inconsciente familiar.
¿Hay algún ejercicio que nos permita sacar a la luz secretos de nuestros
padres que todavía desconocemos?
John Bradsahw dice que casi siempre sabemos más acerca de nuestros padres
de lo que nos permitimos saber. Propone ejercicios para permitir que emerjan a
la conciencia dichos conocimientos.
Por ejemplo: “Haga un dibujo de la primera casa en la que usted recuerde
haber vivido con su padre. Dibuje un plano con todas las habitaciones tal y
como usted las recuerde. Visualice todos los detalles de cada habitación.
Seguidamente, localice el lugar que su padre solía ocupar. Imagínese que usted
entra en esa habitación y que ve a su padre escondiendo algo. Pregúntele lo que
está escondiendo. Entonces, vea cómo él le enseña algo que es la explicación de
su secreto”.
¿Los secretos guardados en una generación pueden afectar a las
siguientes?
Sí. En metagenealogía se considera que los secretos guardados en una
generación son un manantial insano de traumas y conflictos para las sucesivas
generaciones. Sabemos además el poder de la comunicación no verbal, si alguien
delante de ti se calla una información importante, se delatará tarde o temprano
con algún gesto inconsciente. Los secretos hay que airearlos si son del
presente o sanarlos con la psicomagia si son del pasado. Lo importante es
hacerlo de la manera adecuada y en el momento más oportuno.
¿Los conflictos también pueden afectarnos en forma de enfermedades?
Alejandro Jodorowsky dice que la enfermedad no es la solución del
problema, sino una invitación a enfrentar un conflicto familiar que se ha
mantenido secreto.
Françoise Dolo afirma que lo que es callado en la primera generación, la
segunda lo lleva en el cuerpo.
Anne Ancelin Schützenberger explica que los duelos no hechos, las
lágrimas no derramadas, los secretos de familia, las identificaciones inconscientes
y “lealtades familiares invisibles” pasean sobre los hijos y los descendientes.
Por tanto lo que no se expresa con palabras se expresa por dolores.
Freud decía que aquel cuyos labios callan, conversa con la punta de los
dedos. Se traiciona por todos los poros.
Claudine Vegh tiene claro que vale más saber una verdad, aun cuando sea
difícil, vergonzosa o trágica, que ocultarla, porque aquello que se calla, es
subordinado o adivinado por los otros y ese secreto, se convierte en un
traumatismo más grave a largo plazo.
Carl Jung observó que: “Los niños están implicados con tal profundidad en
la actitud psicológica de sus padres que no es de asombrarse que la mayor parte
de los trastornos nerviosos de la niñez pueden ser referidos a una atmósfera
psíquicamente perturbada en el hogar”.
Liz Greene, lo ratifica: “Si el niño, que lleva dentro de sí las imágenes
arquetípicas de la madre y del padre simbólicos, en vez de encontrar solicitud
y estabilidad, tropieza con una mezcla desordenada e inconsciente de caos,
hostilidad, agresión, violencia, destructividad y envidia, será muy
comprensible que exhiba rasgos “neuróticos”, que de una u otra forma se
perpetuarán en la edad adulta”.
Y Alejandro Jodorowsky le da una solución artística: “Hay que entender
que todos nosotros, desde niños, caemos en una olla psicológica, cuyos jugos
nos empapan. Es como la marmita en la que Obélix cayó de niño. Cada familia es
una olla psicológica. Con sus secretos, tabúes, silencios, vergüenzas. Y todo
eso nos impregna. Al análisis del árbol familiar, de los nudos que se
transmiten por él, que se repiten, le llamo psicogenealogía. Si un padre le
pone a su hija el nombre de una novia secreta que tuvo… condena a su hija a ser
su novia. Desde niños nos impregnan, nos dicen cosas que detienen pulsiones en
nosotros, nos anudan ciertas cosas en el inconsciente. Esos nudos pueden
derivar luego en enfermedad. Pongamos que estoy a punto de morir de un cáncer.
Pues si alcanzas un más alto nivel de conciencia entenderás que eres inmortal.
Y, así, morir contento. No hay triunfo mayor. ¡Es toda mi ambición, en eso me
empeño! Se consigue siendo uno en el presente. Todo lo que tú eres está aquí y
ahora”.
Para salir de la olla, no hay otra que elevar nuestro nivel de
conciencia.
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