¿Cuál es la actitud correcta para que las mujeres sean plenamente reconocidas y respetadas?
Mensaje de María Magdalena
La mujer es la diosa. A la diosa no le importa la forma en que otros la miran. Ella ofrece el esplendor de su poder y divinidad. Es cierto que, entre los arquetipos, las creencias, parece quizás difícil, o la creencia generalizada de que es difícil, para que las mujeres sean reconocidas.
Las mujeres, sin embargo, recuerdan aquellos momentos en que se reconoció la feminidad en su imagen de la diosa y donde los hombres tuvieron un gran respeto y una gran escucha por la madre que observa y ofrece la visión de su amor maternal. Las mujeres recuerdan esa vez. También recuerdan, en la historia de los ciclos del tiempo, las deformaciones, las incautaciones del poder de este ego que cree apropiarse del poder y de este momento en que todo se ha sacudido, donde los hombres entraron en rivalidad con los que tomaron de este poder para tomar el poder también. Y todos parecen haber olvidado que la encarnación no tiene nada que ver con el poder sino con el mero resplandor de su poder.
La acción correcta es encarnar a la diosa. La acción correcta no es tanto a través de hacer como a través de la radiación porque hacerlo depende de la radiación. Las mujeres piensan que son víctimas, olvidando que en otro ciclo fueron ejecutores y en otro ciclo siguen siendo víctimas y en otro ciclo todavía son ejecutores y ¿hasta dónde vamos? Y si la humanidad quisiera ofrecer creencias en víctima y verdugo para ser creadora de una humanidad a imagen de devoción. Así que desaparecen las preguntas. Sigue siendo la devoción para encarnar plenamente su esencia y atreverse a estar lleno de uno mismo en la tranquila inocencia de la transparencia. ¿Entiendes eso? La tranquila inocencia de la transparencia, más allá de las luchas del poder.
Sin embargo, me dirá que la humanidad parece mostrar el yugo de las mujeres y la influencia de los hombres. Cada uno para crear una realidad a imagen de su visión. Para aquellos que saben cómo crear su realidad, la realidad es y se proyecta en otra cara de la humanidad.
Nunca es el otro, entiende. No es el masculino quien oprime a lo femenino o lo femenino que se siente oprimido o que parece pensar que tiene que recuperarse, es solo el juego de la encarnación. Y el juego de la encarnación es un juego de devoción ofrecido a la propia divinidad, ya que él es solo lo divino, tú lo sabes.
Así, a través de cada mujer, la llama brilla. La llama irradia y por lo tanto consume las apariencias del yugo. Y de esta radiación, fluye naturalmente la acción y el posicionamiento correctos. Deja de ver la creación a través de una historia. Atrévete a devolver a la creación la visión correcta a través de tu encarnación.
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