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martes, 28 de octubre de 2014

El único modo de vivir


Dice un amigo que existir no es lo mismo que vivir. Dice que existir es atravesar la vida a duras penas sorteando todo tipo de situaciones y problemas, reaccionando ante ellos e intentando hacer las cosas sin tener muy claro porque las hacemos, dejándonos llevar por la marea de las corrientes que el entorno nos marca. Vivir, por el contrario, es dejarse llevar por la corriente de la vida creadora que nace del interior de uno mismo, imbuido en la mágica energía de todo lo que existe, y que conecta todo con todo, y sabiendo que el único instante que cuenta es el instante presente, desde donde, además, es el único instante que representa a la misma eternidad. Esta descripción del vivir suena a palabras bonitas cuando se reciben desde la cabeza, y a verdad rotunda cuando se sienten desde el interior del ser que somos. Párate un momento a ver cuál de las dos opciones fue la primera en resonar.
Es posible que muchos de vosotros hayáis oído hablar de la antigua sabiduría tolteca que Don Miguel Ruiz plasmó en sus famosos “Cuatro Acuerdos”, cuatro reglas para la vida que marcan la diferencia entre existir y vivir, entre pensar y analizar la vida, o sentir y fluir con ella. La mente piensa y analiza, el ser interior que somos siente y fluye.
Dice el primer acuerdo que no te puedes tomar nada de forma personal. Nada te pueden decir o hacer como para que te lo puedas tomar como si de algo personal contra ti se tratara y tuvieras que enfadarte o reaccionar por ello. Nada es lo suficientemente importante en esta vida como para permitir que te pueda sacar de tu centro, de tu felicidad y de tu bienestar, y esto solo sucede cuando consideramos que algo que nos digan, o nos hagan, tiene poder para ello, es decir, nos lo tomamos como algo personal contra uno mismo. Cuando no le das poder a nada externo a ti para que modifique tu estado de paz y armonía interna, nada ni nadie tiene control sobre nosotros, y por lo tanto, automáticamente, su efecto se diluye en tu realidad (no tiene por qué hacerlo en la realidad de los demás). Tu accionar, que no reaccionar, luego, sobre la situación en la que te encuentres, nace de tu poder para tomar la mejor decisión respecto al evento o persona con la que tengas que lidiar, siempre y cuando mantengas la convicción de que no debemos tomarnos nada personalmente. Además, en la mayoría de los casos, las personas manifiestan hacia fuera lo que llevan dentro, y por tanto, no están accionando contra ti, sino reaccionando y proyectando alguna faceta de su mundo interior que, posiblemente, a ti ni te viene ni te va. El mismo reaccionar de esa persona que te tomas como algo personal, habría sido proyectado de igual forma sobre otra que nada tenga que ver contigo, quizás pensando esa otra persona que también era algo personal contra ella cuando no era más que lo que, quien lo manifestaba, reflejaba de su realidad interior.
Dice el segundo acuerdo que nada se puede suponer. Porque si supones puedes llegar a conclusiones erróneas. Nadie tiene nunca todos los datos de cualquier situación, evento o experiencia de forma que puedas comprenderla, entenderla o gestionarla como si tuya se tratara. Nunca supongas nada, pues te estarías inventando, intentando rellenar los datos que te faltan, con aquellos que tú posees en tu interior. El “creo que dijo esto…” o el “creo que quiere decir lo otro”… no tiene base real. Y dos personas oyendo lo mismo supondrán dos cosas totalmente diferentes, posiblemente siendo ninguna de ellas correcta respecto al origen de lo que generó la suposición. Tu mundo es diferente al mundo de la persona que dijo esto o lo otro, y no tienes ni idea de que componentes a nivel de arquetipos, programas y patrones mentales tiene esa persona que la llevan a actuar o decir lo que hace o dice. De forma que, a no ser que puedas estar en la mente de esa otra persona, y sentir exactamente lo que quería hacer o decir, nunca puedes suponer nada, pues las suposiciones siempre serán equivocadas. En el mundo de los toltecas no se adivinan las cosas, sino que se preguntan y aclaran sin suponer nunca nada. El ego – personalidad artificial supone, el ser o yo interior se cerciora antes de accionar.
Dice el tercer acuerdo que nunca se debe intentar hacer las cosas lo mejor posible. Alguien que existe INTENTA hacer las cosas lo mejor posible, alguien que vive, nunca intenta nada, sino que LO HACE lo mejor posible. Intentar es para aquellos que necesitamos una excusa para huir de nuestra responsabilidad ante los hechos, personas o situaciones, pues si simplemente lo intentas y no sale, puedes salvar la cara, pero eso no te hace estar vivo, eso solo te hace existir un rato más, pues para vivir, hay que dar lo mejor de uno mismo en cada momento y hacer las cosas lo mejor que podamos. Nunca te equivocas si, lo que haces, lo haces siempre con toda la carne en el asador, sin medias tintas, y sin intentar nada. Uno de aquellos guías con los que hablamos de vez en cuando nos dejó una frase marcada a fuego en la memoria, tras una de las tantas sesiones que ya hemos compartido con el: “uno tiene que hacer lo que tiene que hacer, y las cosas se hacen y punto, no se intentan, se hacen y punto”. Fue una “sacudida” cuando también yo eludía, de alguna forma, mi propia responsabilidad.
No sé cómo suena esto cuando lo lees, pero sí que se cómo suena y como nos caló a los compañeros cuando nos lo dijo. Cuando haces las cosas lo mejor que puedes, das el 100% de ti mismo, y no importa ese 100% a que se refiere, si es mucho o es poco, si es más o menos que el 100% de otra persona, pues eso da igual, porque tú eres tú y solo puedes ser tú, así que si das el 100% de lo que eres en cada momento, estás dando todo tu ser, potencial y energía a algo o alguien. Nada más se le pide a nadie en este mundo para avanzar por el camino de cada uno, y de cara al bien común de todos los demás.
Y dice el cuarto acuerdo que hay que ser impecable con las palabras y los hechos. Las palabras tienen poder, manipulan, hieren, reconfortan, crean ilusiones, expectativas, traen esperanza, generan dolor. Quien domina el arte de la palabra domina el arte de influenciar sobre los demás, y el arte de llevar la felicidad o causar tristeza. Las palabras son creadoras, pues es energía consciente con una intención detrás que sale de la persona que las pronuncia, y las palabras pueden ser dardos envenenados o ungüentos para el alma. Los antiguos toltecas, representados quizás, para muchos de nosotros, por el Don Juan de Castaneda, basaban el arte de la impecabilidad en no decir o hacer nada que no tuviera un objetivo concreto y basado en lo que justo tocaba hacer o decir en ese momento. No se puede desperdiciar energía tontamente en las cosas, y por eso uno tiene que ser impecable, pues solo el uso correcto de la energía del ser humano, produce el surplus de la misma necesario para el crecimiento espiritual, ya que ninguna función interna puede activarse sin la energía necesaria, y esa energía es interna a cada uno de nosotros, proveniente de la famosa triada de Gurdjieff de Carbono-Oxigeno-Nitrógeno (lo que comemos, lo que respiramos, lo que obtenemos energéticamente del entorno). La activación de los chakras superiores por encima del séptimo, de las funciones internas psíquicas y espirituales, del desarrollo de la conciencia y la potenciación del espíritu para el control de la mente predadora, dependen de que exista energía sobrante en el interior de cada uno y que no haya sido malgastada existiendo, reaccionando, o actuando de forma que perdamos fuerzas tontamente. Solo la impecabilidad de actos, pensamientos o palabras generan ese excedente energético, que luego, automáticamente, es dirigido hacia donde corresponde para el uso del resto de mecanismos inherentes al ser humano que no se activan porque no hay nada que pueda mantenerlos funcionando.
Recordad que el mundo está hecho para que nunca tengamos energía suficiente para nosotros mismos, y que la energía que consumimos tenga una calidad pésima (comida de baja calidad, aire contaminado, impresiones y entornos energéticos negativos), de forma que el consejo de ahorrar energía es aún más importante cuando piensas que, por mucho que te esfuerces, en el mundo occidental, todos sobrevivimos energéticamente, ya que no llegamos a absorber más que la dosis diaria de combustible que necesitamos para existir otro día más. Si no ahorras algo de lo que obtienes, no se puede dar el paso a vivir y desarrollarse.
Se impecable, no supongas nada, no te tomes nada de forma personal y hazlo siempre lo mejor que puedas. Cuatro consejos para un único modo de vivir.

POR DAVID TOPÍ




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