EL VIAJE DEL ALMIRANTE BYRD A LA TIERRA HUECA
Este diario lo escribiré en secreto y oculto. Contiene mis
anotaciones sobre mi vuelo ártico del 19 de Febrero de 1947.
Estoy seguro de
que llegará el día en que todas las suposiciones y reflexiones del hombre se
disiparán para convertirse en nada y se tendrá que reconocer la irrefutabilidad
de la verdad evidente.
Se me ha denegado la libertad de publicar estas
anotaciones y quizá nunca lleguen a la luz de la opinión pública.
Pero yo tengo
una tarea que cumplir, y lo que yo he vivido lo dejaré aquí escrito.
Confío en
que todo esto pueda ser leído, en que venga un tiempo en que la ambición y el
poder de un grupo de personas no pueda ya ocultar más la verdad.
DEL LIBRO DE ABORDO
Tenemos considerables turbulencias. Ascendemos a una altitud de
2.900 pies (aprox. 885 metros).
Las condiciones de vuelo son de nuevo buenas.
Se pueden ver enormes masas de nieve y hielo bajo nosotros. Notamos en la nieve
bajo nosotros un tono amarillento.
Ese cambio de color sigue un patrón preciso.
Descendemos para poder observar mejor este fenómeno.
Ahora podemos reconocer
distintos colores. Vemos también patrones rojos y lila.
Sobrevolamos la región
otras dos veces, y después volvemos al curso en que estábamos.
Volvemos a
chequear la posición con nuestra base.
Transmitimos todas las informaciones
referentes a los patrones y a los cambios de color del hielo y la nieve.
Nuestras brújulas se han vuelto locas. Ambas, la brújula
giroscópica y la brújula magnética, giran y vibran.
Ya no podemos comprobar
nuestra posición y dirección con nuestros instrumentos. Sólo nos queda la
brújula solar.
Con ella podemos mantener la dirección.
Todos los instrumentos
funcionan titubeantemente y extremadamente lentos. Sin embargo no podemos
determinar una congelación.
Podemos distinguir montañas ante nosotros.
Nos
situamos a 2.950 pies (aprox. 900 metros).
De nuevo tenemos fuertes
turbulencias. Hace 29 minutos que hemos visto las montañas por primera vez.
No
nos hemos equivocado. Es toda una cadena montañosa.
No es especialmente grande.
Nunca ante la había visto.
Entretanto estamos directamente sobre la cadena montañosa.
Seguimos
volando en línea recta, siempre en dirección norte.
Tras la cadena montañosa
hay verdaderamente un pequeño valle. A través del valle serpentea un río.
Estamos asombrados: aquí no puede haber un valle verde. Aquí hay cosas que no
concuerdan.
Bajo nosotros debería haber masas de hielo y nieve.
A babor las
pendientes de las montañas arboladas con altos árboles.
Toda nuestra navegación
ha dejado de funcionar.
La brújula giroscópica se balancea continuamente en un
ir y venir.
Desciendo ahora a 1.550 pies (aprox. 470 metros).
Hago girar
acusadamente al avión hacia la izquierda. Ahora puedo ver mejor el valle bajo
nosotros. Sí, es verde.
Está cubierto de árboles y zonas de musgo. Aquí dominan otras
condiciones de iluminación.
En ningún lado puedo ver el sol.
Hacemos de nuevo
una curva a la izquierda.
Ahora divisamos bajo nosotros un animal adulto.
Podría ser un elefante. ¡No! Es increíble, parece un mamut. Pero de verdad es
así.
Tenemos bajo nosotros un mamut adulto. Ahora bajo aún más. Ahora estamos a
una altura de 1.000 pies (aprox. 305 metros).
Observamos al animal con los
prismáticos. Ahora es seguro - es un mamut o un animal que se le parece mucho
al mamut. Radiamos las observaciones a la base.
Sobrevolamos entretanto otras
montañas más pequeñas. Yo estoy mientras tanto totalmente asombrado. Aquí hay
cosas que no concuerdan.
Todos los instrumentos vuelven a funcionar. Empieza a hacer calor.
El indicador nos dice que estamos a 74 grados Fahrenheit (aprox. 23º C)
Mantenemos nuestro curso.
Ya no podemos localizar a nuestra base, puesto que la
radio ha dejado de funcionar.
El terreno bajo nosotros se vuelve cada vez más
plano.
No sé si me expreso correctamente, pero todo da una impresión de
completa normalidad, ¡¡¡y ante nosotros se levanta con absoluta claridad una
ciudad!!!
Esto sí que es imposible. Todos los instrumentos dejan de funcionar.
¡¡¡Todo el avión empieza ligeramente a tambalearse!!! ¡¡DIOS mío!!!
A babor y
estribor aparecen a ambos lados extraños objetos voladores. Son muy rápidos y
se nos acercan.
Están tan cerca que puedo ver claramente su distintivo.
Es un
interesante símbolo sobre el que no quiero hablar. Es fantástico. No tengo ni
idea de dónde estamos.
¿Qué nos ha pasado? No lo sé.
Manejo mis instrumentos - pero siguen sin funcionar en absoluto.
Entretanto hemos sido rodeados por los discos voladores en forma de plato.
Parece que estamos prisioneros.
Los objetos voladores irradian un brillo
propio. Nuestra radio emite unos chasquidos. Una voz nos habla en lengua
inglesa.
La voz tiene acento alemán: "¡¡¡BIENVENIDO A NUESTRO TERRITORIO,
ALMIRANTE!!! En exactamente siete minutos les haremos aterrizar.
Por favor
relájese, almirante, está Vd. en buenas manos." De aquí en adelante
nuestros motores dejan por completo de funcionar.
El control de todo el avión
está en manos ajenas.
El avión gira en torno a sí mismo. Ningún instrumento
reacciona ya.
Recibimos precisamente otra comunicación por radio, que nos prepara
para el aterrizaje.
A continuación empezamos sin demora con el aterrizaje.
A
través de todo el avión pasa un suave temblor apenas perceptible.
El avión baja
hasta el suelo - como en un inmenso e invisible ascensor.
Levitamos de manera
totalmente suave hasta ahí. El contacto con el suelo apenas se nota.
Sólo hay
un ligero y corto choque. Hago mis últimas anotaciones de abordo a toda prisa.
Viene un pequeño grupo de hombres hacia nuestro avión.
Todos ellos son muy
altos y tienen cabellos rubios.
Más atrás veo una ciudad iluminada.
Parece
resplandecer en los colores del arcoiris. Los hombres están aparentemente
desarmados.
No sé lo que ahora nos espera. Claramente, una voz me llama por mi
nombre y me ordena abrir.
Obedezco y abro la portilla de carga.
Aquí terminan
las anotaciones en el libro de abordo. Todo lo que sigue lo escribo de memoria.
Es indescriptible, más fantástico que toda la fantasía, y si yo mismo no lo
hubiera vivido, lo calificaría de completa locura.
Nosotros dos, mi operador de
radio y yo, somos conducidos fuera del avión y saludados con suma amabilidad.
Entonces nos conducen a un disco deslizante, que aquí utilizan como medio de
locomoción. No tiene ruedas.
Con enorme rapidez nos acercamos a la brillante
ciudad.
El esplendor de colores de la ciudad parece provenir del material
parecido al cristal en que está construida.
Pronto nos paremos ante un imponente edificio. Semejante
arquitectura no la había visto hasta ahora en ninguna parte. No es comparable
con nada.
La arquitectura es como si proviniera directamente de la mesa de
dibujo de un Frank Lloyd Wright, o bien podría estar sacado de una película de
Buck Roger.
Nos dan una bebida caliente.
Esta bebida sabe diferente a todo lo
que yo haya disfrutado.
Ninguna bebida, ninguna comida tiene un sabor
comparable. Sabe sencillamente distinto, pero sabe de maravilla.
Han pasado
unos diez minutos, cuando dos de estos extraños hombres que tenemos por
anfitriones se acercan a nosotros. Se dirigen a mi y me comunican sin lugar a
dudas que debo acompañarles.
No veo otra alternativa que cumplir su orden. Por
tanto nos separamos. Dejo a mi operador de radio y sigo a los dos.
Poco después llegamos a un ascensor, en el que entramos. Nos
movemos hacia abajo.
Cuando nos detenemos, la puerta se desliza silenciosamente
hacia arriba.
Caminamos por un pasillo largo en forma de túnel e iluminado por
una luz color rojo claro. La luz parece emanar de las paredes mismas.
Llegamos
ante una puerta grande. Ante esta gran puerta nos paramos y permanecemos así.
Sobre la gran puerta se encuentra un letrero acerca de cual nada puedo decir.
Sin ningún ruido se desliza la puerta a un lado.
Una voz me exhorta a entrar.
"No se preocupe, almirante", me tranquiliza la voz de uno de mis dos
acompañantes, "¡el Maestro va a recibirle!" De manera que entro.
Estoy deslumbrado.
La multitud de colores, la luz que llena la
habitación, mis ojos no saben a dónde mirar y tienen primero que acostumbrarse
a las condiciones.
Pasa un rato hasta que puedo reconocer algo de lo que me
rodea.
Lo que ahora veo es lo más bonito que he visto nunca.
Es más espléndido,
más bonito y más suntuoso de lo que yo podría describir.
Creo que ningún idioma
puede resumir con palabras lo que puede ver. Creo que a la Humanidad le faltan
palabras para ello.
Mis observaciones y reflexiones fueron interrumpidas por
una voz melodiosa y cordial: "Le doy la bienvenida. Sea Vd. de la forma
más cordial bienvenido en nuestro país, almirante" Ante mi está un hombre
de gran estatura y una fina cara marcada por la edad.
Está sentado a una
imponente mesa y me da a entender con un movimiento de la mano que debo
sentarme a una de las sillas.
Le obedezco y me siento, después junta sus manos de forma que se
tocan las puntas de los dedos. Me sonríe.
"Nosotros le hemos hecho venir,
porque tiene Vd. un carácter consolidado y arriba en el mundo goza de una gran
fama." "¿Arriba en el mundo?", me falta el aliento.
"Sí", contesta el Maestro a mis pensamientos, "Vd. Está ahora en
el imperio de los Arianni, en el interior del mundo.
No creo que nosotros
tengamos que interrumpir su misión mucho tiempo. Vd. pronto será conducido a la
superficie de la Tierra.
Pero antes le voy a comunicar por qué yo le hice
venir, almirante. Nosotros seguimos los acontecimientos que se producen arriba
sobre la Tierra.
Nuestro interés fue despertado cuando Vds. lanzaron las
primeras bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.
En aquella mala hora fuimos a
vuestro mundo con nuestros platillos volantes.
Teníamos que ver personalmente
lo que hizo vuestra raza. Entretanto ya hace mucho de eso, y vosotros diríais
que es historia.
Pero es para nosotros significativo - por favor déjeme
continuar.
Nosotros no nos hemos inmiscuido en vuestras escaramuzas y guerras.
Vuestras barbaridades las hemos consentido.
Pero mientras tanto habéis empezado
a experimentar con fuerzas que en realidad no estaban pensadas para los
hombres. Esto es la fuerza atómica. Ya hemos intentado algunas cosas.
Hemos
hecho llegar mensajes a los estadistas del mundo - pero ellos no creen en la
necesidad de escucharnos.
Por este motivo fue Vd. elegido. Vd. debe ser nuestro
testigo, testigo de que nosotros y este mundo en el interior de la Tierra
existimos, que nosotros aquí realmente existimos.
Mire a su alrededor, y Vd.
pronto comprobará que nuestra ciencia y nuestra cultura están varios miles de
años por delante de las vuestras. Mire Vd., almirante."
"Pero", interrumpí al Maestro, "¿qué tiene esto que
ver conmigo, señor?" El Maestro parecía sumergirse en mi, y después de que
durante un largo rato me había examinado, me contestó: "Vuestra raza ha
alcanzado el point of no return.
Tenéis a personas entre vosotros que estarían
dispuestos antes a destruir la Tierra entera antes que perder su poder - el
poder que ellos creen conocer." Yo de nuevo le dí a entender con un
movimiento de cabeza que seguía sus explicaciones.
El Maestro continuó
hablándome: "Ya desde hace dos años intentamos una y otra vez contactar
con vosotros.
Pero todos nuestros intentos son contestados con agresividad.
Nuestros platillos voladores son perseguidos por vuestros aviones de combate,
atacados y disparados.
Ahora debo decirle, hijo mío, que una enorme y nefasta furia se
levanta, que una poderosa tormenta barrerá su país, y durante mucho tiempo
arrasará.
Desconcertados ante ello estarán vuestros científicos y ejércitos y
no podrán ofrecer ninguna solución.
Esta tormenta tiene poder de aniquilar toda
la vida, toda la civilización de Vds., de forma que toda cultura podría ser
destruida y todo podría hundirse en el caos.
La gran guerra que acaba de
terminar es sólo un preludio de lo que puede venir sobre vosotros.
Para
nosotros aquí esto se hace patente hora tras hora de manera más clara. Parta de
la base de que me equivoco". "No, ya vino una vez la época oscura
sobre nosotros, y duró 500 años", le repliqué yo al Maestro.
"Así es, hijo mío", me contestó, "los tiempos
sombríos cubrirán vuestro país de cadáveres. Y sin embargo parto de la base de
que algunos de vuestra raza sobrevivirán a esta conflagración.
Lo que después
ocurrirá no puedo revelarlo. Nosotros vemos en un futuro lejano surgir una
nueva Tierra, que será construida con los escombros de vuestro viejo mundo, y
os acordaréis de sus tesoros legendarios y los buscaréis. Y mira, los tesoros
legendarios estarán aquí con nosotros. Nosotros somos aquellos que los
mantenemos a salvo.
Cuando haya comenzado ese futuro, nos presentaremos a
vosotros, ayudaremos a los hombres a revivificar su cultura y su raza.
Quizá
hayáis aprendido entonces que guerra y violencia no conducen al futuro.
Para el
tiempo que entonces seguirá, se os hará accesible antiguos conocimientos.
Conocimientos que ya tuvisteis una vez. De Vd., hijo mío, espero que vuelva a
la superficie con estas informaciones".
Con esta exigencia terminó el Maestro su exposición y me dejó muy
desconcertado, pero para mi estaba claro que el Maestro tendrá razón. Por
consideración o por humildad, no lo sé, me despedí de todas formas con una
ligera inclinación.
Antes de que pudiera perderme aparecieron mis dos
acompañantes, los que me habían conducido hasta aquí. Me indicaron el camino.
Yo me volví hacia el Maestro.
Había una cálida y amistosa sonrisa en su vieja y
noble cara: "Le deseo a Vd. un buen viaje, hijo mío", hizo por último
el signo de la paz y entonces nuestro encuentro había llegado ineludiblemente a
su fin. Volvimos rápidamente hacia nuestro ascensor.
Nos movimos hacia arriba.
Entre tanto me explicó uno de mis dos firmes acompañantes que tras finalizar la
conversación con el Maestro teníamos prisa de verdad.
El Maestro en ningún modo
quería retrasarnos más, y además era importante que yo llevase inmediatamente
el mensaje recibido a mi raza, me aclaró.
A todo esto yo no dije nada.
Cuando fui conducido hasta mi operador de radio, comprobé que él
probablemente tenía miedo, esto al menos se reflejaba en su cara. "Todo
está en orden, no hay de qué preocuparse, Howie, todo es O.K.", intenté
quitarle el miedo. Junto con nuestros acompañantes, fuimos de nuevo al disco
deslizante, que muy velozmente nos devolvió a nuestro avión.
Los motores ya
estaban en marcha, y nos encontramos inmediatamente a bordo.
Había una
atmósfera de tremenda prisa, la necesidad de actuar rápido era evidente.
Inmediatamente después de que cerramos la portilla, nuestro avión fue elevado
en las alturas por una fuerza inexplicable para mi, hasta que volvimos a
encontrarnos a 2.700 pies (aprox. 825 metros).
Fuimos acompañados por dos de
sus platillos. Se mantuvieron no obstante a una cierta distancia de nosotros.
El velocímetro no indicaba en todo el tiempo velocidad alguna, a
pesar de que ésta había aumentado enormemente.
Nuestra radio no obstante
funcionaba, y de esta forma recibimos un último mensaje de los objetos
voladores que nos acompañaban: "A partir de ahora puede Vd. volver a
utilizar todos sus equipos, almirante, sus instrumentos vuelven a ser
funcionales. Nosotros le dejaremos ahora. Auf Wiedersehen". [N. del. T.:
este "adiós" en alemán está en el original en inglés] Seguimos con
nuestros ojos a los objetos voladores hasta que se perdieron en el cielo azul
pálido.
De inmediato tuvimos a nuestro avión de nuevo bajo control.
No hablamos
entre nosotros, cada cual estaba demasiado ocupado con sus pensamientos.
Última anotación en el libro de abordo:
Nos encontramos de nuevo sobre vastas regiones cubiertas de nieve y
hielo.
Estamos todavía aproximadamente a 27 minutos de vuelo de la base.
Podemos enviar mensajes por radio, y nos responden.
Radiamos que todo es
normal.
La base está contenta de que vuelva a haber comunicación.
Tenemos un
aterrizaje suave. Yo tengo un encargo.
Fin de las anotaciones en el libro de abordo.
4 DE MARZO DE 1947
Yo estaba en una reunión en el Pentágono. He informado detalladamente
sobre mis descubrimientos y sobre el mensaje del Maestro.
Todo fue grabado y
escrito.
El presidente [N. del T.: de USA] también fue informado.
Fui retenido
aquí durante varias horas (exactamente fueron seis horas y treinta y nueve
minutos).
Fui interrogado minuciosamente por un equipo de seguridad y por un
equipo médico. ¡Fue un infierno!
Fui puesto bajo la estricta supervisión de la
Previsión Nacional de Seguridad de los Estados Unidos de América.
Yo había
recibido la orden de guardar silencio sobre todo lo que había vivido - por el
bien de la Humanidad. ¡Increíble!
Se me recordó que soy un oficial y que por
tanto debo obedecer sus órdenes.
30 DE DICIEMBRE DE 1956
Última anotación:
Los años posteriores a 1947 no fueron muy agradables para mí...
Hago ahora la última anotación en este especial diario.
Quisiera mencionar que
me he callado los descubrimientos que hice, tal y como se me ordenó. ¡Pero eso
no es lo que tengo en mente!
Noto que pronto llegará mi hora. Pero no morirá
este secreto conmigo, sino que será difundido - como toda verdad. Y así será.
Sólo así puede existir la única esperanza para la Humanidad.
Yo he visto la
verdad. Ella me ha hecho despertar y me ha liberado.
He cumplido mi deber con
el enorme complejo militar y económico. Mi larga noche se acerca, pero tendrá
un fin.
Así como la larga noche del Ártico tiene un fin, así también la verdad
volverá como un luminoso rayo de sol, y los poderes oscuros no podrán atravesar
la luz de la verdad...
¡He visto el país más allá del Polo, el centro del Gran
Desconocido!
R.E.B. US Navy
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1 comentario:
Ya conocía la experiencia vivida por el almirante.Gracias por compartirla.Un testimonio muy valioso.Bendiciones.
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