ENCUENTRO CON EL MAESTRO
El Monte Shasta se proyectaba osadamente sobre el cielo del oeste,
rodeada su base por un bosque de pinos y abetos que lo hacían lucir como una
joya de un blanco diamantino, engarzada en una montura de verde filigrana. Sus
picos cubiertos de nieve centelleaban y cambiaban de color de un momento a
otro, a medida que las sombras se alargaban por el descenso del sol hacia el
horizonte.
Decían los rumores que había un grupo de hombres —de hecho,
Hombres Divinos— llamados La Hermandad del Monte Shasta, quienes conformaban
una rama de la Gran Logia Blanca, y que ese Foco había existido
ininterrumpidamente desde tiempos muy remotos hasta el presente.
Asuntos del gobierno me habían llevado a una pequeña población
situada al pie de la montaña, y ocupaba mis ratos libres en tratar de
investigar este rumor concerniente a la Hermandad. A causa de mis viajes por el
Oriente, sabía que la mayoría de los rumores, mitos y leyendas se originan en
alguna parte, generalmente en una Verdad subyacente que permanece oculta salvo
para los verdaderos Estudiantes de la Vida.
Me enamoré del Shasta, y cada mañana, casi involuntariamente,
saludaba al Espíritu de la Montaña y a los Miembros de la Orden. Yo sentía algo
muy singular acerca de todo ese lugar, y a la luz de las experiencias que se
dieron más adelante, no me sorprende que algunas se dejaran entrever ya desde
el principio.
Había adquirido el hábito de emprender largas caminatas cuando
quería reflexionar sobre algo o tomar decisiones importantes
Aquí en este gigante de la Naturaleza encontré recreación,
inspiración y una paz que me aliviaron el alma y llenaron de vigor tanto mi
mente como mi cuerpo.
Había planeado una de tales caminatas —por placer, pensaba yo— para
pasarme algún tiempo en el corazón de la montaña, cuando la experiencia a
continuación llegó a mi vida para cambiarla tan radicalmente que casi llegué a
pensar que estaba en otro planeta, salvo por mi regreso a la rutina usual en la
cual había estado ocupado durante meses.
La mañana en cuestión salí al amanecer sin ningún rumbo en
particular, y de una manera vaga, le pedí a Dios que me guiara. Ya para medio
día había escalado bastante sobre la ladera de la montaña, desde donde el
paisaje hacia el sur parecía como un sueño.
El día se fue calentando a media que transcurría, por lo que me
detenía con frecuencia a descansar y a gozar al máximo de la campiña en los
alrededores del Valle del Río McCloud y el poblado. Llegó la hora de almorzar,
y busqué un manantial en el cual beber. Vaso en mano, me incliné para llenarlo,
cuando una corriente eléctrica me atravesó el cuerpo de la cabeza a los pies.
VISITANTE INESPERADO
Volví la mirada, y directamente detrás de mí había un hombre joven
que, a primera vista, parecía ser alguien que estaba paseando como yo. Al verlo
más de cerca, pude percatarme inmediatamente de que no se trataba de una
persona ordinaria. Cuando por la mente me pasaba este pensamiento, él sonrió y,
dirigiéndose a mí, dijo:
"Mi hermano, si me alcanzas tu vaso, te daré una bebida mucho
más refrescante que el agua del manantial."
Le obedecí, e instantáneamente el vaso se llenó de un líquido
cremoso. Dándomelo de vuelta, dijo: "Tómatelo".
Así lo hice, y mi sorpresa tiene que haber sido notoria. Si bien
sabía delicioso, el efecto electrizante y vivificador en mi mente y cuerpo me
hizo emitir una exclamación de sorpresa. Yo no vi que él pusiera nada en el
vaso, y comencé a preguntarme qué estaba pasando.
"Eso que bebiste, "me explicó, "viene directamente
del Suministro Universal, puro y vivificante como la Vidamisma; de hecho, ES la
Vida Omnipresente, ya que existe por doquier a nuestro alrededor. Está sujeta a
Nuestro control consciente y dirección, y Nos obedece de buena voluntad cuando
amamos lo suficiente, porque todo el Universo obedece el mandato del Amor. Todo
lo que Yo deseo se manifiesta cuando lo ordeno con Amor. Levanté la copa, y lo
que quise para ti apareció. Fíjate que no tengo más que tender Mi mano, y
desear usar oro —¡y aquí está el oro! Al instante le apareció sobre la palma de
la mano un disco del tamaño de una moneda de oro de diez dólares. Una vez más,
prosiguió:
"Veo en tu interior un cierto entendimiento interno de la
Gran Ley, pero no estás externamente consciente de ello lo suficiente como para
producir lo que deseas directamente desde el Suministro Universal Omnipresente.
Tan intensa, honesta y decididamente has deseado ver algo así, que ya no se te
podía negar más.
"Sin embargo, la precipitación es una de las actividades
menos importantes de la Gran Verdad del Ser. Si tu deseo no hubiera estado
libre de egoísmo y de la fascinación de fenómenos (paranormales), no hubieras
tenido esta experiencia. Al salir de casa esta mañana, pensabas que venías de
paseo —esto es, en cuanto concernía a la actividad externa de tu mente. En el
sentido más amplio y profundo, en realidad estabas siguiendo el impulso de tu
Ser Divino Interno que te condujo a la persona, lugar y condición en los que se
podía realizar tu más intenso deseo. "La Verdad de la Vida es que no
puedes desear algo que no pueda manifestarse en alguna parte del Universo.
Cuanto más intenso sea el sentimiento contenido en el deseo, tanto más rápido
se logrará. No obstante, si eres tan tonto como para desear algo que le hará
daño a otro Hijo de Dios o a otra parte de Su Creación, entonces pagarás con
discordia y fracaso en algún punto de tu propia experiencia de Vida.
"Es muy importante que te des cuenta de que la intención de
Dios para cada uno de sus Hijos es la abundancia de toda cosa buena y perfecta.
El creó la Perfección y dotó a sus hijos con exactamente el mismo poder. Ellos
también pueden crear y mantener la Perfección, y expresar el Dominio de Dios
sobre la Tierra y todo lo que en ella hay. La humanidad fue originalmente
creada a Imagen y Semejanza de Dios. La única razón por la cual todos no
manifiestan el Dominio es que no utilizan su Autoridad Divina —la dote que todo
individuo tiene y mediante la cual se suponía que gobernara su mundo. Así, los
seres humanos no obedecen la Ley del Amor en cuanto a derramar paz y
bendiciones a toda la creación.
"Esto se produce por el fracaso de los hombres en aceptarse y
reconocerse a sí mismos como Templos del Más Alto Dios Viviente, y por no
sostener este reconocimiento sempiternamente. La humanidad, en su actual
limitación aparente de tiempo, espacio y actividad, está en una condición muy
similar a la de una persona necesitada que se encuentra con alguien que le
ofrece dinero. Si el necesitado no da un paso adelante y acepta el dinero que
se le ofrece, ¿cómo podría recibir el beneficio que dicho dinero le acarrearía?
"La masa de la humanidad se encuentra hoy exactamente en este
estado de conciencia, y así continuará hasta que acepte al Dios en su corazón
como el Dueño, el Dador y el Hacedor de todo el Bien que alguna vez ha entrado
a su vida y mundo.
"LA PERSONALIDAD de todo individuo tiene que reconocer
completa e incondicionalmente que la actividad externa o humana de conciencia
no tiene NADA propio. Hasta la Energía por la cual uno reconoce al Gran Dios
Interno, es irradiada dentro de la personalidad por el Gran Ser Divino.
"El Amor y la alabanza del Gran Ser Interno y la atención
enfocada y sostenida sobre la Verdad, Salud, Liberación, Paz, Suministro o
cualquier otra cosa que puedas desear para un uso correcto, y que sea persistentemente
sostenida en tu pensamiento consciente y sentimiento, los traerá a tu uso y
mundo de manera tan segura como que hay una Gran Ley de Atracción Magnética en
el Universo.
"Misterios Develados" cap.1, Serapis Bey Editores S.A.
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