SOMOS CONSCIENCIA CÓSMICA EN MANIFESTACIÓN.
Cuando viajamos por un país extranjero y nos encontramos con
alguien que no habla nuestro idioma, generalmente nos identificamos diciendo:
"Soy Maryanne ó Jack" y nos señalamos mientras lo decimos. Entonces
la otra persona hace lo mismo en su idioma. Cuando la mayoría de las personas
se contemplan a sí mismas, piensan en sí mismas como una persona con un cuerpo
y una historia que va con ese cuerpo. De hecho, la mayoría de las personas
creen que su consciencia emana de su cerebro. Creen que su consciencia es un
producto de sus cinco sentidos que comunican información a su cerebro que
interpreta y da sentido a la información. Pero, ¿y si todo esto no fuera cierto
en absoluto? ¿Qué pasa si tu percepción conciente o tu consciencia vino primero
y luego todo lo demás fue un producto de ello?
Usemos un ejemplo escandaloso para explorar esto. ¿Qué pasaría si
todos en la Tierra desaparecieran de repente y un grupo de extraterrestres
buscara un lugar para vivir y llegara a nuestro planeta y descubriera todo lo
que habíamos dejado atrás? ¿Y si descubrieran nuestros autos y pensaran de
alguna manera que eran para ser conducidos en reversa?
Entonces, comenzaron una civilización entera conduciendo todos los autos en reversa y, por supuesto, fue incómodo y torpe, pero lo hicieron funcionar y esto continuó durante miles de años. Y luego, un día, uno de ellos decidió intentar conducir al revés, y el alienígena rió y rió y se dio cuenta de que esta era la forma correcta de conducir estas máquinas. Pero cuando ese alienígena intentó decírselo a todos los demás, nadie escuchó y, en vez de ello, dijeron que el tipo estaba loco.
Esto es algo parecido a lo que hemos hecho con la consciencia y
nuestros cerebros y cuerpos. Lo entendimos todo al revés y hemos estado andando
a tientas durante mucho tiempo de una manera extremadamente torpe. Nos hemos
identificado con nuestros cuerpos y pensamos que la consciencia era un producto
de nuestros cuerpos. Esto nos hizo tener un enfoque extremadamente estrecho y
siempre temerosos de que algo le suceda a nuestros cuerpos y termine nuestra
consciencia. ¿Y si fuera al revés? ¿Y si nuestra consciencia creó no sólo
nuestros cuerpos sino todo aquello de lo que somos conscientes? ¡Eso sería
enorme!
En lugar de estar espiando desde dos pequeños ojos pegajosos a un mundo alienígena amenazante, seríamos todos enormes y, el pequeño cuerpo que nos acompaña, sería como un pequeño compañero, similar a un perro que quizás nos gusta, alimentamos y cuidamos pero es sólo parte de un paisaje más grande. ¿Qué pasa si todo lo que hemos percibido era en realidad parte de nosotros? Las estrellas, el viento, los árboles, las montañas lejanas, el vasto mar que se extiende hacia el otro lado, los animales y las personas que conocíamos, ¿todos partes nuestras? ¡Qué extraña idea! Todo sería el hogar y no juzgaríamos absolutamente nada, porque todos aceptarían esto también. Y nos daríamos cuenta de que también éramos parte de su consciencia y, por lo tanto, parte de ellos.
"¿Pero cómo funcionaría todo esto?", podrías exclamar. Bueno,
sería un paradigma completamente diferente y llevaría un tiempo acostumbrarse,
pero ¿no funcionaría mucho mejor de lo que tenemos ahora? Nadie tendría miedo
el uno del otro y todos asumirían la responsabilidad de todo en su consciencia
porque se darían cuenta de que todo era parte de sí mismos. ¿Habría una
necesidad de competencia, de enemigos, de codicia, de impaciencia, de
victimización, de culpar, de vergüenza, de culpa, de resistencia, etc.? No lo
sé, pero probablemente no. Es un pensamiento extraño y maravilloso. Continuemos
un poco más con esto.
¿Qué pasa si la percepción consciente, no siendo dependiente de
tener un cuerpo, y no siendo producto de ser una persona, continúa para
siempre? ¿Qué pasaría si la consciencia nunca terminara y no estuviera
restringida por las limitaciones de los cinco sentidos? ¿Cómo cambiaría eso
nuestra consciencia y la percepción de quiénes somos? ¿Cómo se sentiría eso y
cómo impactaría eso nuestra relación con todo, personas, animales, plantas,
minerales, elementos, etc.? ¿Seguiríamos necesitando dinero? ¿Cómo sería
nuestra salud? ¿Cómo nos sentiríamos el uno con el otro? ¿Sería esto una
catástrofe o lo mejor que jamás nos hubiera pasado? Tendríamos estos cuerpos
por un tiempo, parecido a tener una mascota, pero no nos restringirían en
absoluto porque cada uno seríamos mucho más. Piénsalo. ¿Son estos los delirios
de un loco o estas reflexiones son el resultado de despertar a lo que realmente
es así? ¿Habrán otros tenido también estos pensamientos? ¡Indudablemente! Y han
vivido y muerto por miles a lo largo de la historia y han sido considerados un
poco excéntricos o divertidos y las culturas han seguido haciendo las cosas
como antes, ignorándolos o deshaciéndose de ellos según necesitaran.
¿Qué pasaría si este fuera el momento en que esta comprensión se convertiría en el paradigma principal defendido por una minoría de almas más jóvenes y el antiguo fuera finalmente enterrado?
Dicho esto, echemos un vistazo más de cerca a esta relación que
tenemos con nuestros cuerpos. Los tibetanos dicen que nuestra percepción o
consciencia fundamental está estrechamente vinculada a la inteligencia suprema
del universo. Nuestros cuerpos son un vehículo local para la consciencia o la
percepción consciente universal y, por lo tanto, en lugar de ser ignorados o
pasados por alto como abogan muchas tradiciones espirituales, están
intrínsecamente involucrados con nuestra consciencia. Si bien la consciencia no
depende del cuerpo, sí utiliza el cuerpo como su vehículo local mientras
estamos ocupados siendo humanos. El cuerpo depende completamente de nuestra
percepción y consciencia, de lo contrario, muere de inmediato. Ya sea que a la
religión le guste o no, el cuerpo participa en la percepción divina y la
inteligencia suprema. La carne está impregnada de ella y corresponde o responde
con sus propias contribuciones. ¿Cuáles son estas contribuciones?
Bueno, pensemos de esta manera. Las estimaciones sugieren que el
cuerpo está formado por tres billones de células y estas células están formadas
por miles de millones de átomos y moléculas. Todas estas unidades son
voluntarias. No tienen que ser parte de nosotros, pero eligen serlo porque
quieren serlo. Para ellos es una gran aventura y un privilegio conformar
nuestros vehículos, ofrecerse como voluntarios para realizar muchas tareas
complejas para nosotros y, a cambio, obtienen un enorme valor en el proceso,
incluso si es sólo por unos segundos. Cada una de las células de nuestros
cuerpos son como discípulos que siguen a un gurú, es decir, a nosotros. En lugar
de ser abusadas y aprovechadas, como lo hacen algunos gurús con sus discípulos,
deberían ser amadas, apreciadas y elevadas por la experiencia. El guru sirve a
los discípulos de esta manera. ¿Estamos sirviendo a nuestros átomos y células
de esta manera? En su mayor parte, ciertamente no. En cambio, destrozamos
nuestros cuerpos y les mostramos poco o ningún respeto.
Nuestros átomos y células necesitan nuestra percepción y
consciencia como pago por lo que hacen, porque es por ello que lo están
haciendo. Necesitan que ocupemos nuestros cuerpos, que seamos conscientes de
ellos y de sus requerimientos, y que los honremos, que no los ignoremos ni los
consideremos irrelevantes o, lo que es peor, que creamos que están en el medio
del camino a nuestro propósito superior. Son parte de nuestro propósito más
elevado y buscan elevarse al ser parte de nosotros. A cambio, nos instan
colectivamente a movernos en ciertas direcciones creativas. Ellos, después de
todo, están infundidos con la inteligencia suprema del universo. Saben lo que
necesitamos, cuál es nuestro propósito, a dónde vamos, qué es lo mejor para
nosotros. Forman la parte mayor de nuestra intuición. Ignoramos esto bajo
nuestro propio riesgo y, el hecho de que los hemos visto como obstáculos, es la
razón por la cual la religión nos ha fallado tan miserablemente.
El mayor regalo que podemos dar a nuestros cuerpos es impregnar los
tejidos, los órganos y los huesos con la mayor consciencia y percepción
posible, apreciarlos y amarlos incondicionalmente. Ten en cuenta que esto no
significa gratificar algunas necesidades del ego para aumentar los músculos o
adelgazar. De lo que estamos hablando aquí es de ocupar nuestros cuerpos
completamente, no rechazando su apariencia natural.
Nunca daremos el salto gigante de consciencia que se nos pide en
estos tiempos que demos sino comprendemos esto y actuamos en consecuencia. ¡Es
un nuevo paradigma de tiempo! El tiempo de bendecir al cuerpo.
Jose. L. Stevens.
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